I.L., Tele Exprés, 27/09/1975
Abel Posse, argentino, diplomático de carrera y novelista, está unos días en Barcelona para lo que suelen estar los escritores latinoamericanos. Es decir, para la edición de un libro, «Los bogavantes”, en su segunda versión, pues ya fue editado en su país hace unos tres años. Abel Posse, que se adscribe a una generación de escritores recientísima y que empezó a producir alrededor del año 65, desempeña actualmente el cargo de cónsul en Venecia, y anteriormente ha desempeñado cargos diplomáticos en la Unión Soviética y en Perú. Por otra parte su formación la realizó en Francia y Alemania.
¿Cree usted positivo este europeísmo tan acentuado en los escritores argentinos?
Culturalmente sí. Como país de emigración su autenticidad viene reflejada por su lado europeo. Otros países latinoamericanos basan su autenticidad en el rescate exclusivo de los aspectos indígenas. Pero a mí este filón me parece fuera de moda y nacido de un intento de encasillar la literatura en una interpretación sociológica. En este sentido, yo veo que está tan comprometido Borges como Rulfo.
Sin embargo, la política siempre tiene su peculiar influencia sobre la literatura. ¿Cómo cree que ha condicionado el peronismo a la literatura argentina?
Por mi experiencia no puedo decir que la vida cultural y literaria argentina haya sufrido variaciones sustanciales. Los hechos políticos son muy visibles y conmueven la superficie de la realidad. El escritor, en palabras de Juan Ramón, es más bien un animal de fondo. En todo caso el peronismo en la vida argentina ha sido una modificación sociológica estimulante. No tiene el mismo carácter que otros movimientos políticos parecidos.
Precisamente el peronismo no tiene una literatura propia. ¿A qué es debido?
Es precisamente una prueba de su ductilidad. No hay literatura de partido ni del Estado. Tuvo incluso una gran simpatía de los escritores al buscar tercera vía.
¿Cómo enjuicia la actual situación en Latinoamérica, como escritor y como argentino?
La política general está ligada en Latinoamérica a la incapacidad de haber meditado sobre la creación de un modelo político y económico autónomo. Las fórmulas tradicionales están envejecidas. El revolucionarismo fácil desemboca en sociedades totalitarias o ineficaces económicamente. Piensa que se debe replantear este modelo y los intelectuales deben dejar de ser siempre afiliados de izquierda o derecha y comprometerse en la creación de una sociedad no sólo justa, sino eficaz económicamente. Uno escribe porque tiene la convicción de que casi todo está por decirse, principalmente ante la crisis de valores de nuestro tiempo.
¿Qué papel asigna a la literatura castellana en relación a la de su país?
La narrativa española sigue siendo fundamental, a pesar de que la latinoamericana ha hecho una irrupción un poco prepotente. Pero nosotros todavía no tenemos ni un Unamuno ni un Miguel Hernández. Tenemos grandes literatos, pero no tenemos grandes hombres; es una literatura brillante, pero no profunda. En cuanto a la narrativa castellana actual me interesan especialmente Cela y Sánchez Ferlosio.
Para terminar, Abel Pose, que es Premio Nacional de Literatura argentina para el trienio 69-71, me explica, es colaborador habitual de las páginas de La Nación y Clarín, y escribe poesía, aunque no publica, pues “la poesía no se vende, se regala, se regala”.