Tomás García Yebra, El Semanal, 19/03/1995
Nació en Córdoba (Argentina) en 1934. Diplomático de carrera, es embajador en Praga. Ha recibido numerosos premios literarios, entre los que destaca el máximo galardón iberoamericano, el Rómulo Gallegos. La pasión según Eva, su última obra, es la biografía novelada de Evita Perón, una mujer enérgica que agotó hasta el último sorbo su propia individualidad.
¿Qué rasgos configuran a Eva Perón como una mujer excepcional?
La voluntad de ser. La voluntad de tener una vida propia, una vida de aventura. También le ocurrió una cosa extraña: cuando conquistó el poder no pudo soportarlo. La gente goza del poder, pero ella sólo quería hacer el bien de una forma intuitiva y salvaje.
Ése es el lado bueno, ¿y el malo?
Todas las personas estamos hechas de luces y sombras, y aun en las mismas luces también se puede encontrar la penumbra. Ella navegó por la impureza de una ciudad corrompida. Un mundo de tango, prostitución, grandes finanzas, lujo, placer, viajes a Europa, elegantes multimillonarios. Eva respiró toda la complejidad de aquella ciudad tan rica y singular.
¿Por qué se tiende a mitificar lo que desaparece?
Sí, es una tendencia y una tentación, pero en este caso, y lo he podido comprobar a través de cientos de testimonios, su vida tuvo todos los componentes de un mito. Más que un mito, fue un ejemplo que a muchas mujeres les hubiera gustado seguir.
¿Su autobiografía La razón de mi vida responde verdaderamente a lo que fue?
Es un libro apolíneo. Sólo se cuenta la parte blanca, la parte menos comprometida. Ella misma se burlaba de ese libro.
¿Es comparable su figura con la de Jackeline Kennedy?
No; en absoluto. Jackeline representó la imagen idílica de una esposa que acompañaba a su marido. Pero vida individual, gestada por ella misma, tuvo poca. Es justo lo contrario de lo que le ocurrió a Evita.
¿En qué ha cambiado Buenos Aires?
Yo preguntaría: ¿en qué ha cambiado el mundo? Y respondería: la condición humana cada día nos aburre más. Hay tal escepticismo que nos da igual lo que ocurre en nuestro entorno. Y nos da igual porque no nos lo creemos.
¿Se puede tener nostalgia de una ciudad sin conocerla?
Bueno, eso lo han dicho varios escritores y algunos se referían concretamente a Buenos Aires.
¿Qué quiere decir la palabra tango?
Emoción, intensidad, el sentimiento candente y la carne en ascuas.
¿La muerte de Evita fue una obra de arte?
Morir de cáncer nunca puede ser una obra de arte, pero fue una muerte grande; un gran ejemplo de bien morir.
Si los anglosajones se hubieran adelantado a Cristóbal Colón, ¿otro gallo cantaría en Iberoamérica?
Sí; pero a lo mejor un gallo más afónico. Yo estoy orgulloso de que fuera España la nación que tuvo ese privilegio. Además, el hecho de haber podido conocer a Cervantes, de poderme haber hecho su amigo a través de su obra, es un regalo que no lo cambiaría por nada.
En España llama la atención lo maravillosamente bien que hablan los futbolistas argentinos.
A nosotros, en cambio, nos sorprende del pueblo español otra serie de virtudes. Por ejemplo, lo que comienzan lo suelen acabar.
¿Allí no?
Ojalá que esto se cumpliera una de cada cien veces. Con esa cifra me conformaría.
¿Por qué Argentina, con el potencial que ha tenido siempre, no es un país rico y poderoso?
El sentimiento de la provisionalidad está muy arraigado en nuestra cultura. Se piensa en mañana. Pasado mañana queda lejos. Así es imposible prosperar.
¿Le ha sorprendido, últimamente, algún libro de un escritor español?
El primer capítulo de Las señoritas de Avignon, la novela de Umbral, me parece sencillamente prodigiosa, pero a medida que avanza la novela, no sé qué ocurre, pero flaquea. Es como si Umbral se cansara de su propia perfección.
¿Un lugar de este mundo para apoyar el alma?
El delta del Tigre, donde confluyen los ríos Uruguay y Paraná. Es el sitio donde me gustaría pasar el resto de mis días.