Jorge Luis Espinosa, Uno más Uno, 01/06/1998
A mediados de 1966, Ernesto Che Guevara se instala en Praga con el mayor secreto posible durante cerca de seis meses, periodo que hasta la fecha permanece prácticamente inédito para la historia, aunque se cree que ahí planeaba ciertas operaciones guerrilleras para volver a incendiar América Latina…
Toda historia o documental sobre esta estancia del Che se ha referido nada más que en escuetos telegramas como: A mediados de 1966 estuvo en un país del este europeo… y hasta las recientes y voluminosas biografías que se han escrito en los dos últimos dos años, apenas hacen mención de su estancia en la ex república checoslovaca.
Este ha sido uno de los grandes misterios que han rodeado a el Che. Estuvo cerca de seis meses en Praga y lo único que se ha escrito de él es que anduvo leyendo, escribiendo y que escuchaba música de los Beatles. Yo estoy de acuerdo con algunos de sus biógrafos en el sentido de que si esos diarios existen, están en Cuba y en poder de una persona que no..quiere nombrar -señala Abel Posee, el narrador argentino que se ha sumado a la larga lista de los guevaristas que buscan desentrañar pasajes de uno de los iconos mayores de este siglo.
Recientemente, la editorial Atlántida ha puesto en circulación Los cuadernos de Praga, una novela en la que Abel Posse acomete la tarea de narrar esos seis meses que el Che pasó en Europa del Este, gracias a la información recabada, sobre todo por las posibilidades que ofrece la ficción para llenar esos huecos que la historia deja.
Autor de novelas como Los perros del paraíso, Los demonios ocultos, El viajero de Agartha y La pasión según Eva,. entre otros títulos, Abel Posse ha seguido las rutas paralelas de la diplomacia y la literatura, unas coordenadas que, sin esperarlo, se dieron cita en Los cuadernos de Praga, novela sobre la cual el autor habla en entrevista:
Lo que me llama la atención, en primer lugar, es que una ficción está ya siendo tomada como punto de discusión en tomo a la existencia de esos documentos que hasta ahora nadie ha visto…
Es cierto que es una ficción, pero nace de dos campos: uno, la realidad oculta del héroe, la vida secreta e íntima que corresponde al ámbito de la novela, y el otro, el hecho en sí, pero que las biografías han tratado muy brevemente. Sin embargo, esta es una estadía crucial para el Che, ya que por lo que se sabe, ahí es donde prepara toda su acción guerrillera en Bolivia y establece vínculos con el movimiento socialista mundial. Estos dos episodios son muy importantes y aunque Los cuadernos de Praga es esencialmente una novela, en el fondo está asentada en un elemento no ficcional, sino histórico. Este es un trabajo que hice con el mayor cuidado, sobre todo, para interpretar y destacar la soledad final de Guevara en un proyecto titanesco que nacía de la convicción de encender un fuego final, un gran Vietnam en América Latina que obligara al socialismo. Este fue el sueño de Guevara y yo lo destaqué en una novela, que, tiene su importancia histórica, aunque haya sido tratada con elementos ficcionales.
En la novela habla de que la estancia de el Che en Praga apenas es un tema tocado por las grandes biografías del héroe. ¿Usted buscó llenar esos huecos que la historia deja?
Hay también esa voluntad, pero derivada de la presencia de el Che en mi vida. El azar quiso que yo viviera en Praga y conociera a gente que estuvo cercana a él durante esos meses; y cuando lo de la gesta en Bolivia y su muerte, yo estaba en Rusia. Para hacer este libro también viajé a Cuba y me encontré con Guerra, quien, junto con Paco Ignacio Taibo, escribió el libro El año que estuvimos en ninguna parte, porque todavía lo del Congo no se conocía, y menos que lo de Bolivia habla sido preparado en Praga.
¿Qué fue lo que finalmente lo hizo acercarse a esta historia y escribirla?
El desconocimiento sobre estos seis meses. Y cuando se supo que fue en Praga donde vivió ese periodo, me surgió el móvil para escribir. Como todo argentino yo tenía la idea de escribir sobre el Che, pero no lo medité realmente, sino hasta que estuve en Praga. Ahí me puse a indagar cómo había sido esta estadía. Una investigación fascinante, porque las grandes biografías apenas lo señalan, y es que no podía hacer más. Pero de Guevara siempre me sedujo el heroísmo, la grandeza en una sociedad de hombres grises que hacen transacciones de todo. Guevara fue un hombre que por un ideal se peleó con todo poder y sociedad. Y esto es casi un rescate antropológico de una convicción humana vencida.
Pero la novela también es muy intimista…
Es que en Praga vivió su mayor crisis: la comunidad socialista le negó el apoyo para emprender lo que sería la última aventura quijotesca. Ahí también sufre Guevara una crisis personal derivada de su propia vida y el asma que padece. Pero, con todo, crea una red increíble para poder llegar a combatir.
Cómo llegó a la decisión de narrar en primera persona esta novela, como si el mismo Che fuera quien da a conocer finalmente sus diarios de Praga?
También en el caso de Evita escribí algunos pasajes en primera persona. Me pareció que el libro le daba una fuerza muy grande, aunque era muy peligroso porque habría que mantener exactamente todo el nivel real de su visión histórica. Pero en este campo fue donde más me sentí seguro. Lo difícil era el universo de la afectividad, las impresiones sobre el mundo. Aquí me ayudó el haber compartido el mismo Buenos Aires que él; viví su misma formación y conviví con sus amigos. Ahora, los resultados serán ya juzgados por el lector.