Mónica Volonteri, Hoy, 19/06/1998
Mónica Volonteri: Al leer «Los Perros del Paraíso» y «La pasión según Eva«, creí encontrar resumido ese pensamiento latinoamericano de Rodolfo Kish y Leopoldo Zea. En sus obras sucede, como en otras, lo que planteó Salazar Bondi: encontrar en la literatura las simientes de la filosofía latinoamericana.
Abel Posse: Claro, porque la reflexión sobre América no se produjo a través del pensamiento racional, fuertemente hipotecado por la formación europea del academicismo. Nuestro pensar no se pudo liberar del esquema racional europeo y la reflexión de América se fue prediciendo casi tangencialmente en los poetas, en las poéticas y sobre todo, en la novelística. Es ahí donde se produjo una reflexión que normalmente se tendría que haber dado en otro plano.
M.V: Cuando dice normalmente, se entiende que es la normalidad en el contexto occidental.
A.P: Digo normalmente, porque lo que hubiera sido lógico es que la reflexión se hubiese dado con un lenguaje propio de la filosofía, propia para la sociología y para las ciencias políticas. Pero el único espacio que se liberó del lenguaje europeo, a través de los poetas y los novelistas fue el espacio literario, entonces esa flexibilidad del lenguaje, invadió los otros campos y capturó el tema de América como propio. Esto me parece que es muy importante pues inicia un camino propicio para que emerja una filosofía con un lenguaje propio, desinhibida frente al academicismo europeo y que invente sus palabras, invente sus formas de pensar. Esto no se ha producido todavía, ha habido atisbos como Rodolfo Kush y Leopoldo Zea.
M.V:¿El instituto tecnológico Balseiro de Bariloche en Argentina, no cree usted que tuvo una intencionalidad de pensar la ciencia desde otro lugar?.
A.P: Esa fue una gran aventura, yo esto ya lo dije en mi charla en la Feria del libro, y terminó con la mayor realización científica tecnológica de nuestra América: con el desarrollo de energía nuclear. Como antecedente es muy importante, pues en circunstancias sumamente difíciles, el hombre de América demostró que puede hacer las mejores cosas. Vale decir que la dependencia industrial, tecnológica y financiera es un episodio imperial y no una necesidad que surge de nuestra incapacidad. El segundo episodio importante es que tenemos que crearnos un mundo de las cosas que responda a nuestra necesidad y a nuestra voluntad, este paso es mucho más difícil, porque el imperialismo hoy pasa por una subcultura de la cosa. Una idea de que hay una serie de cosas que debemos tener, hacer, y esto es fatal porque todo se impone a nuestra voluntad. No tenemos legitimada nuestra voluntad.
M.V: Volviendo al tema de la literatura como espacio de reflexión filosófico, ¿Cuáles serían a su entender las causas que produjeron este fenómeno?. Por qué una expresión artística ha dado cuenta de algo racional?.
A.P: En todas las civilizaciones hay un espacio que se destaca, para nosotros que venimos de una gran cultura de choques religiosos, de una simbiosis y una síntesis forzada, muchas veces, hemos encontrado en la libertad de lo poético el espacio para poder expresarnos.
M.V: Pero de hecho el nombrar al ser, en Grecia, surge de un poema, no nos olvidemos de Parménides.
A.P: En general se decía que la palabra poética era la palabra fundadora, occidente lo fue olvidando porque se empecinó en la razón y la última etapa de la razón ha sido la tecnológica. Nosotros heredamos esto negando nuestro yo poético. Nuestras pulsiones para un pensar propio las hemos negado sistemáticamente. Primero en la etapa colonial, a través del pensamiento escolástico obligado, la negación de nuestros dioses, de nuestro ritmo, de nuestro ser, de nuestra idiosincrasia. Posteriormente ya más grave, en este siglo la idea de que hay una sola cultura mundial importante, que nosotros no somos más que un epifenómeno, una provincia cultural de ese gran fenómeno, causó daño en el plano de la filosofía. Como ocurre siempre que se corta el hilo por lo más débil, lo que escapó y triunfó como expresión de América en el plano de la cultura, ha sido la novela y la poesía. Hemos creado en el orden de la novelística mundial un espacio diferente y el más libre de todos, lo que para Joyce era un esfuerzo experimental tremendo, en nosotros se dio con una naturalidad increíble.
M.V: Usted no cree que, además, en el arte es donde mejor se rescata el sincretismo cultural, este ser mulatos y mestizos, sin conflictos, sin forzar.
A.P: Yo he dicho que en realidad existen problemas raciales en toda América, existe además el episodio del racismo, que es racismo porque tenemos una imagen de perfección que no es la nuestra. La idea de perfección es la racional, tecnológica, industrial, entonces evidentemente, el hombre de Latinoamérica se siente como un hombre de segunda, como rural. Por lo tanto el hombre de América puede llegar a descalificarse racialmente, pero es porque es, porque además hemos tenido una enorme cobardía, la seguimos teniendo, de no sabernos legitimar, de no decir nosotros estamos aquí y queremos vivir de nuestra manera. Todos los políticos son pequeños agentes que llevan el polen imperial en las patitas, como las abejas.
M.V: Como virreyes…
A.P: Ni siquiera virreyes, cabos primeros. No son ni su pueblo, ni son el mundo exterior. Un puente en el que nadie confía. Este es el drama nuestro ahora, no hay hombres importantes que puedan romper la barrera como líderes, toda comunidad necesita líderes y jefes, han disminuido la noción de líder a la de autócrata y estamos en un momento pésimo. Estamos en un momento grave, el panorama mundial se quebró, el esquema económico falla. Nosotros tenemos que estar preparados para nuestro nacimiento, nosotros no hemos nacido.
M.V: Si hacemos memoria ha habido en los sesenta rescates parciales de lo negro, lo indígena…
A.P: Yo creo que en el sesenta y el setenta todas las ideas fueron capturadas por las grandes ideologías mundiales, entonces todo se frenó.
Pero podemos rescatar de ese momento la conciencia de la mujer en la sociedad, la conciencia de que el episodio industrial tecnológico destruía la relación del hombre con la tierra, y que los países considerados marginales, en términos de desarrollo mundial, aún mantenían esa relación de armonía con su suelo. Estos son hechos importantes, y así nació una revalorización del elemento indígena vinculado a esta especie de desconfianza en torno a la marcha de la sociedad como destructora de nuestras culturas. Por primera vez la cultura es tan importante como la política o la economía. El siglo XIX y el XX han sido el privilegio de la política y la economía y terminamos en el paroxismo mercantilista actual. Pero aI mismo tiempo se están dando las grandes reacciones culturales, el mundo se está asociando, incluso económicamente, en grandes esferas culturales como en el caso de Asia, del mundo árabe, el caso del África Negra, América Latina. Ahora hay que tener coraje para que se produzca, el paso, porque la cultura está enemistada con el sistema mundial. El sistema mundial quiere fagocitar a la cultura como una dificultad para su totalitarismo. Esto hace que haya una búsqueda profunda en América y en otros continentes, lo cual lleva al indigenismo, lleva a una revisión de la idea del mestizaje, lleva a un elogio del mestizaje. Piense que el país que pretende ser la superpotencia mundial no solucionó ningún problema racial interno, América los asimiló con mucha más facilidad, o sea América es ejemplar con respecto a Norteamérica.
M.V: Yo creo que ellos resolvieron, o quisieron resolver el tema de la lucha de clases con el racismo.
A.P: Claro, hay una conexión entre el racismo o la exclusión y la lucha de clases…
M.V: Específicamente,»Los perros del paraíso«, con los cuatro elementos, las cuatro divisiones, la cronología, el tema del judaísmo de Colón, es un ejemplo de mulataje o mestizaje cultural. ¿Se concibe desde lo poético ingenuo o desde lo poético pensado y premeditado?.
AY: (Ríe) Es un género difícil lo poético pensado y premeditado. Las ideas de un escritor encuentran muchas veces el camino poético que deben encontrar y para mí es una maduración del lenguaje, que es una etapa importantísima en la creación de una obra. Saber qué lenguaje, cómo voy a contar lo que ya se sabe, desvelando la apariencia de lo oculto. El lenguaje es la forma de revisar un tema, de rescatarlo para otra lectura, para otro momento histórico. En esta novela quise salir del plano puramente histórico, por eso el lenguaje no corresponde a la exactitud de la cronología o a los datos de la historiografía, sino que es más bien una síntesis poética para rescatar el gran choque de culturas que hubo en América y específicamente en esta isla. Ese choque profundo y definitivo de dos civilizaciones, en la cual una iba a quedar fagocitada por la otra, pero que, a su vez, va a producir a lo largo de los años esta situación especial que es el hombre americano.
Un hombre intermedio, esta especie de adolescente histórico, que está esperando rescatar su cultura en una forma política y económica propia.
M.V: Cuando dice adolescente, lo dice porque queramos o no, estamos inscritos en la historia de occidente y ya no podemos volver a los inicios…
A.P: No, porque serían insólitos desde la forma de pensar hasta el idioma. Ya no podemos negar datos, ni sobrevaluarlos, es el tiempo de ver cómo somos y ver hacia dónde podemos ir. Este es el episodio central.
M.V: El efecto big bang del descubrimiento, que se repite en toda la masa, parecería ser que se reedita a diario.
A.P: Lo que ocurrió ese día, el 12 de octubre, en una forma de intercambio económico tramposo entre lo bueno de América y las cuentas de vidrio, fue lo que dio inicio a la imposición de la tecnología a través del poder militar. Es el triunfo del arcabuz y del perro amaestrado sobre el arco y la flecha. Esta es la historia de América, es una historia de tecnología.
M.V Se me ocurre que el tiempo de América y África es el tiempo circular, o sea que quedamos doblemente entrampados: somos cola en el tiempo lineal y repetimos el impacto primigenio en el tiempo circular. ¿Cómo vamos a dar el salto, cómo vamos a salir de esta cuestión?.
A.P: Primero se necesita una gran decisión política, una nueva conciencia política. Esto comienza a ocurrir en cierto sentido, pues estamos revisando los lugares comunes, desde una visión que llamaría metapolítica más allá de lo inmediato. Y ahí hay una revisión del sentido de democracia, una valoración de progreso vinculada a calidad de vida y respeto al medio ambiente. Pero sobre todo una ubicación en la vida que corresponda a las dimensiones profundas del hombre americano. Esta calidad de vida que marginaliza nuestra poética, nuestro ritmo, nuestra nada, nuestras ganas, es un concepto de progreso ritmo, nuestra nada, nuestras ganas, es un concepto de progreso que no nos corresponde. No podemos aceptar una imagen de progreso que implique la desnaturalización nuestra, o que sea imposible porque no estamos en condiciones de hacerlo. Un progreso imaginado por los suizos en la ciudad de Berna no es el mismo que corresponde al hombre americano. Vale decir, que hemos padecido el globalismo filosófico antes que el económico actual.
Ahora hay que invadir la política menor con grandes designios, hay que rescatar el espíritu de aventura y de riesgo. Las sociedades no pueden vivir con miedo y terror, no puede ser que voten para cambiar lo malo que tienen por algo presumiblemente mejor. Frente a esta sociedad, aburrida que nos convierte en lacayos de un sistema, tenemos dos opciones: aceptarla y renunciar a nuestros sueños y a nuestras críticas o no aceptarla y creer como lo hicieron Bolívar y San Martín. El mercantilismo está alcanzando el fin de una época, es evidente, entonces los latinoamericanos tenemos que estar preparados y entrar en el nuevo ciclo como esclavos conscientes y renunciantes o como protagonistas, plenos creadores de nuestra vida y nuestro mundo. Esta es la gran ecuación política y tendrá que haber políticos a la altura de las circunstancias, no como estos pequeños sastres adueñados del poder que cortan la tela a la medida de la realidad inmediata, estos políticos que dejan poblaciones enteras en un estado total de desamparo, de nostalgia, de duda. Se puede dar el salto y, es muy difícil, pues aún estamos dormidos y el mundo se está moviendo a una velocidad tremenda para capturarnos, otra vez, en su nuevo código.