Patricia Velázquez Yebra, El Universal (México), 19/12/1998
Un símbolo mundial de rebeldía, de coraje y de honestidad política, con el sueño de crear un hombre de una dimensión humana distinta, el Che Guevara es traído nuevamente a la escena literaria a través de una novela en la que el autor, Abel Posse, recrea su estadía durante cinco meses en Praga, animado por el misterio de los famosos Cuadernos de Praga, que supuestamente el guerrillero argentino escribió pero nadie sabe dónde se encuentran.
Publicada con el sello de la editorial Atlántida, la novela del escritor y embajador de Argentina en Perú, Abel Posse, no se inscribe en el género histórico pero tampoco en la pura ficción, sino que se ubica en una ruta intermedia entre la realidad y lo imaginado.
¿Qué lo motivó a escribir una novela sobre el Che Guevara?
Después de cuatro excelentes biografías, parecía casi Insolente agregar algo sobre el Che, pero el campo de la novela es otro, no es el de la vida pública de los personajes, sino el de la intimidad, el viaje a lo privado, la búsqueda de lo desconocido, de lo contradictorio y lo existencial de un personaje. Mientras la biografía es el campo del yo público, el campo de la novela es el yo privado. Decidí escribir esta novela porque tuve la suerte de conocer en Praga, durante cinco años que estuve como diplomático, la estadía secreta del Che en aquella región y me pareció que daba para una novela. Me imaginaba al Che caminando por las calles de Praga, disfrazado de un burgués apacible y, al mismo tiempo, organizando una conspiración, incluso a espaldas del poder socialista mundial. Todo eso me parecía fascinante y novelesco, además es un personaje mundial. Nadie le hubiera regalado ese lugar en el mundo, si no hubiera pagado con su propia vida la propagación de sus ideas.
¿Las biografías del Che incluyen este pasaje de Praga?
Las biografías señalan este pasaje pero muy brevemente porque eso se develó hace poco tiempo, prácticamente cuando las biografías se estaban escribiendo. Fue a partir del libro de Paco Ignacio Talbo II y de Guerra, que se llama El año en que no estuvimos en ninguna parte (Froilán Escobar, Paco Ignacio Taibo II, Félix Guerra, 1996 : sur le Congo), cuando se empezó a aclarar un poco este asunto. Después, por medio de diversas averiguaciones, pudimos comprobar que fueron cinco meses decisivos los que pasó en Praga, después de su derrota en el Congo, de donde llegó muy enfermo. Las pocas personas que sabían de su estadía en ese lugar, pensaban que se estaba curando, pero en realidad, estaba organizándose para continuar su lucha. Crea una red increíble de gente y tiene movimientos en la política internacional, como su intento de convencer a los chinos de que le den apoyo. Vivió esa etapa de manera muy angustiosa por muchas razones personales y físicas, y por sentir que era una especie de Quijote solitario; ante un socialismo que se desmoronaba, pensaba que lo único rescatable era un arsenal, todo lo demás estaba perdido, la economía, la capacidad de captación política mundial. Sin embargo, pensaba que encendiendo un gran fuego en América, podría llevar al poder socialista indeciso a una confrontación final, si no, todo sería decadencia.
Para Posse, Guevara era un visionario, un hombre adelantado a su tiempo, capaz de ver muy claramente en Praga que ese socialismo burocrático no… juventud y el pueblo en general ya no podían sostener más el socialismo institucionalizado. «Guevara llega a Praga a principios del 66 y se va a La Habana en junio de ese mismo año, para juntarse con la gente que ya estaba preparada para zarpar a la aventura de Bolivia».
Autor de numerosos trabajos sobre política internacional; colaborador en diversas publicaciones internacionales; profesor en universidades y centros culturales de Argentina, España y Francia; y ganador del Premio Internacional Rómulo Gallegos 1987, del Premio Internacional de Novela V Centenario 1992, del Premio Internacional Diana 1989 y del Premio Municipal de Buenos Aires, entre otros reconocimientos, Abel Posse comentó que su relación con el Che es la de un novelista.
«El Che es un héroe, yo soy un argentino, me formé en el mismo hábitat social y cultural que él, ese Buenos Aires maravilloso, lleno de Ideas y de espíritu de aventura que ya no existe, y me sentí con la posibilidad como novelista de escribir este libro. Además, me pareció Interesante rescatarlo del silencio, del heroísmo y de la glorificación».
¿Qué documentos encontró sobre la estadía del Che en Praga?
Encontré muchos documentos porque realmente la etapa de Praga es la última del Che; escribía mucho y se presume que esos cuadernos dé Praga están escondidos en algún lugar, porque era imposible que no escribiese, si lo hacía hasta en la selva. Aquella es una etapa de reflexión, de angustia y de revalorización, en la que sale a caminar cada mañana en una ciudad donde percibe que todos los gestos de la gente con que se topa, reflejan el.. creé los cuadernos desde lo que se conocía y sabía, desde la versión que recogí de su situación personal, de su vinculación con el universo argentino, de su soledad y su relación con Cuba, con el Este y con los chinos. El Che anotaba todas sus lecturas, parecía tener la formación de un hombre de letras, pedía libros en medio de la selva, en el Congo -por ejemplo- pide la Iliada y la Odisea, y se sabe que en pleno tiroteo se ponía a leer a Goethe. Era un hombre fascinante, de una raza especial.
Autor de novelas como Los bogavantes, La boca del tigre, Daimón, Momento de morir, Los perros del paraíso, La pasión según Eva y El largo atardecer del caminante, entre otras, Abel Posse señala que actualmente, el Che es considerado un símbolo mundial de rebeldía, de coraje y de honestidad política, pero ya no tendría ninguna convocatoria su llamado a la violencia porque es algo que está superado históricamente.
«Lo rescatable de él es su coherencia con las ideas, ese espíritu de transformación en un sentido justiciero del mundo, aunque hubiera equivocado su metodología. No vemos en el horizonte un hombre semejante, con esa voluntad de transformación. Esperemos que no tenga imitadores, porque sería como sacar la metralleta cuando ya esté oxidada, ya no tiene significado la violencia política primaria, lo que tiene significado es el pensamiento político alto, y él lo tuvo, pensaba que el socialismo era el trampolín para crear un hombre de una dimensión humana distinta, lo que llamaba el hombre nuevo. Lo más importante de él es esa rebelión idealista, casi metafísica contra la determinación marxista del hombre productivo en la sociedad socialista. Creo que es necesario encontrar una nueva socialidad donde el sueño de Guevara tenga su lugar”.