Creo que cierto rencor periodístico ha silenciado los valores de F.G. Un Bárbaro entre la Belleza, de H.A. Murena. Los «izquierdistas» que trabajan al servicio de las grandes empresas editoriales y revisteras y que manejan en cierto modo la pervertida opinión pública literaria, que no alcanza a desorientar del todo al gran público, no le perdonan a Murena que haya sido director de Sur, que no sea fidelista, trotskista, tercermundista, como ellos. Tampoco le hubieran perdonado a Rimbaud, Flaubert o Baudelaire ser indiferentes o conservadores en política y no habrían comentado sus libros. F.G., el ingeniero‑poeta autor de versos que Murena comenta, vive amenazado por una sombra que es madre de toda imposibilidad de equilibrio: la de haber constatado que en nuestro derredor vibra una falsa vida que «es en verdad muerte». Desde allí parte su itinerario interior, su camino de iniciación que lo transforma en un «retornante» que busca la instancia primigenia, la posibilidad de verdadera vida, de la plenitud de nuestra condición humana. Este tema iniciático es fundamental ‑para comprender la enfermedad mortal del ingeniero‑poeta. Este motor de ansiedad lo lleva a «funcionalizar» los signos culturales de todos los tiempos, desde G. Benn hasta los Upanishadas, poniéndolos a prueba sobre la realidad cotidiana de Flavio Gómez, a fin de transformarlos en conocimiento, en ciencia de salvación. Los orígenes humildes y el dolor de la infancia de F.G. (aspectos sociales de la «caída») están sintetizados en dos o tres pasajes como el antológico referente a la enfermedad y muerte de la madre, que pasan a ser de lo mejor de nuestra literatura. Obra grave. Obra mayor, ésta de Murena.
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