Patricia Rosales y Zamora, Excelsior, 05/12/1997
GUADALAJARA, ‑ «En la nueva hegemonía llamada globalización, la cultura es la gran víctima que está destruyendo nuestra familia, nuestro sentido de vida, de la poesía y la naturaleza. Estamos viviendo una tragedia mayor, pero en esta feria del libro estamos haciendo la resistencia política más seria a todo eso: ser conscientes de quiénes somos y cómo queremos vivir, para que no nos impongan de afuera la idea de cómo somos y hacernos vivir como quieran. Se está transformando la vida, los sentimientos, nos están hiriendo en lo más profundo; entonces nunca como ahora la poesía es la respuesta que puede afirmarnos para esta batalla campal que es la del siglo XXI», afirmó Abel Posse, después de hacer pública defensa por el memorioso debate que se suscitó cuando Tomás Eloy Martínez declaró, un mes antes, que a Guadalajara asistiría una delegación oficialista de escritores.
El autor de La pasión según Eva, publicado en 1994, añadió: «Estamos en un mundo que nos está clonificando sin necesidad de hacerlo por vía biológica; están haciendo masas de jóvenes excluidos de la vida que tienen que tomar el primer empleo que se les ofrece por 150 dólares, esa es nuestra realidad, hemos desarticulado la organización profunda de la sociedad. En esta situación absolutamente dramática y fundadora, todos estamos convocados para algo grande por medio de la cultura; es un tiempo profundamente revolucionario, falta muy poco para que la anestesia nos paralice, y después de ésta, será la necrosis».
Abel Posse, a nombre propio, pero interpretando el pensamiento de sus colegas, afirmó: «Deberíamos hacer un esfuerzo en este encuentro de escritores, porque el momento que vivimos es de agresión extraordinaria e inusual en contra de la cultura. Lo que nos une a los latinoamericanos es casi exclusivamente la cultura, y si no la podemos defender, no tendremos defensa ante un orbe cada vez más poderoso, agresivo e invasivo».
Indicó que ferias como ésta, «son los elementos que tenemos para ese acercamiento. Actualmente no hay otra batalla en e1 orbe que no sea la cultural. Estamos cada vez más amenazados por un complejo industrial que se maneja desde otras partes, grandes factores económicos que no podemos controlar, y México desde 1994 dio la prueba de cómo contrarrestar ese poder económico dominante que avasalla la cultura. Vivimos una cultura en retirada y amenazada por ese enorme poderío subcultural que se difunde mundialmente por medio de la audiovisualidad».
Por ello, explicó que la FIL merece el mayor compromiso de colaboración y respeto para intercambiar ideas. «Vine a Guadalajara a hablar sobre Eva Perón, pero al llegar, todos los representantes del país tuvimos una sensación bastante amarga al ver que se creó un debate muy menor en torno a la representación argentina, por resentimientos personales o celos de los autores que no vinieron.
Calificó que Tomás Eloy Martínez engañó a la prensa mexicana al señalar que fue excluido y vetado». Fue un tonto conflicto que creó Martínez, quien no fue invitado y se quiso presentar como vetado. Las sugerencias y falacias que deslizó son lamentables, porque los representantes que están aquí son en 80% extraños al gobierno actual de mi país». Ejemplificó con María Sainz de Quesada, «una de las jefas de cultura del gobierno opositor de Menem»; María Esther de Miguel tiene una trayectoria antiperonista e integra el partido radical; Carlos Ulanovsky no tiene nada que ver con el gobierno de Menem, entre otros. «Fue canallesco llevar al error a la prensa mexicana como lo hizo Tomás Eloy, quien incluso involucró a Carlos Fuentes y lo instó a no participar en el diálogo con Luisa Valenzuela, porque dijo que esto tenía un cariz político sospechoso».
En cuanto a las causas que posiblemente tuvo Martínez para «tratar de destruir este esfuerzo», habló de un resentimiento del autor de Santa Evita, al saber que en esta feria se hablará de Evita, y «él se considera dueño del tema».
Abel Posse, Premio Rómulo Gallegos 1989 por Los perros del paraíso, ahondo sobre el esfuerzo que le costó a Argentina traer no sólo a buenos escritores, sino al más grande grupo musical del tango y grupos de teatro creativos: «así que nublar todo esto y hacer una maniobra política, es un fenómeno pequeño e insólito que me da vergüenza».
Respecto a si este hecho acrecentara las diferencias de los escritores en Argentina, comentó que Martínez tuvo un éxito internacional con su libro Santa Evita, pero tiene una nostalgia de ese verdadero mundo de la literatura que no es tan espectacular, es como el mundo de los verdaderos escritores, de los que trabajan en lo literario. Hay una distancia muy grande entre su éxito exterior y su valor real de cómo es aceptado: él quisiera ser Carlos Fuentes o Carpentier. En el mundo de Martínez existe una exclusión clerical, inquisitorial y con cierta nostalgia del comisariato soviético, es una división torpe de literatura menor. Este caso es absurdo, de rencores menores y cómicos. Pero todo eso no corresponde a la realidad de la verdadera literatura argentina que vive una etapa creativa, tiene editoriales importantes y cuenta con un debate intenso de ideas, sobre todo en el campo de la crítica de la sociedad, esa es la verdadera cultura argentina. Seguimos siendo un polo cultural importante, nuestra cultura está viva».
Posse, uno de los primeros invitados extranjeros a las primeras emisiones de la FIL, y sin que «aparentemente» tenga pleitos personales con Tomás Eloy, calificó que la obrarle su colega «fue hecha como una gran apuesta para consagrarse como novelista. Su problema es que es un periodista que siempre quiso ser escritor, paso que dio tardíamente en su edad, pero su obra no entró en el gran club literario. Yo en cambio vivo en la esfera puramente de lo literario (aunque también es diplomático de carrera desde hace 30 años y en enero será embajador de Argentina en Perú), mi libro logró una gran distribución internacional, tiene nueve traducciones y las atribuyó, no a mí, sino a Evita, en cambio Martínez cree que las 30 traducciones son por él, v no por Evita, hay que tener un poco de discreción cuando uno se mete a los grandes personajes. En este asunto se mezcla la animadversión que él tiene de mi Eva que fue publicada un año antes que la de él».
Aunque dijo que habla sin rencores, comentó refiriéndose a Tomás Eloy, que los escritores «son gente bastante enferma, de un egoísmo y de tal vanidad, que ni siguiera los políticos ni las divas de la ópera los pueden igualar. «Tendría envidia de Martínez si su libro hubiera sido de valor literario profundo…», aseguró.
Anarquista independiente como se definió –“no me manda nadie»‑ respondió cuando se le dijo que si traía «línea» para hablar sobre esta polémica, Abel Posse aclaró que tampoco le va muy bien en su vida literaria. «Soy marginal, no respondo a ningún grupo ni medio de acción, soy ajeno y no muy querido por los medios literarios de mi país, es rara mi posición…»
Remató sobre el tema: «En Argentina dicen que Evita dijo: volveré y seré millones, y los argentinos dicen: volveré y los millones se los quedará Tomás Eloy Martínez…»
Por último, respecto a la literatura argentina y la tendencia de los escritores a retomar la historia como tema, comentó: «Tal vez porque no tenemos historia. En la literatura uno se inventa lo que no tiene, desde recrear el mundo… la otra posibilidad es fundarse y completarse porque los argentinos tenemos un origen desgarrado, no descendemos de los incas ni de los mayas, sino de los barcos, y al bajar de ellos se nos ocurrió fundar y armar la historia porque al hacerlo estamos descubriendo esa pequeña raíz, en toda América los novelistas refundamos la visión de la historia… Carpentier, Fuentes, Guimaraes Rosa, García Márquez y Fernando del Paso, hemos reescrito una historia que estaba nublada por el colonialismo cultural y estaba oscurecida por la versión de los vencedores. Hasta la novela latinoamericana del siglo XX no hay una conciencia de esa destrucción y dominación cultural que persistió en todo el mundo académico, filosófico y universitario. Los escritores han sido los nuevos libertadores de América en el sentido de que le han dado la voz a la América profunda, a la América indígena, y han rescatado la visión de los vencidos para hacer una especie de sincretismo y un mestizaje literario que respondía a nuestro mestizaje racial y cultural».