Fermín Ramírez, Guadalajara, 30/09/1990
GUADALAJARA, 29 de noviembre.‑ El uso de la historia en las novelas Daimón y Los perros del Paraíso tiene una intencionalidad metahistórica, dice su autor Abel Posse, quien agrega: «El propósito es superar la historia y pasar a una dimensión de comprensión de nuestra América, al modo, por ejemplo, del maestro Carpentier. Los escritores latinoamericanos fuimos a la historia por la necesidad visceral de analizar una ruptura central en nosotros: el hecho del descubrimiento y la conquista. Ese avasallamiento de grandes culturas por otras más poderosas nos dejó heridos para toda la eternidad. Nos vamos a curar sólo a través de una comprensión profunda de nosotros mismos. Hay algo sicoanalítico en nuestro auge de la novela histórica, como lo muestra Fernando del Paso en Noticias del Imperio, en forma maravillosa, al describir la irrupción de lo europeo en nuestra cultura y realidad americana a través de una corte de la Europa central que expresa una agonizante cultura europea».
Daimón y Los perros del Paraíso forman parte de una trilogía sobre el llamado descubrimiento de América ‑que Posse interpreta como un proceso de encubrimiento de la grandeza de la cultura americana por los conquistadores‑, que será completado cuando publique Los heraldos negros, libro en que hace un homenaje a César Vallejo y que terminará, dice, en el próximo año.
También autor de Los bogavantes y de El viajero de Agartha ‑con el cual obtuvo el año pasado el Premio Internacional de Literatura Diana‑Novedades que se otorga en México, Abel Posse obtuvo en 1987 el Premio Rómulo Gallegos y este año, junto con Augusto Roa Bastos, fue miembro del jurado que el pasado 15 de noviembre designó al argentino Adolfo Bioy Casares como Premio Cervantes en este año. Sobre esta experiencia, señala: «Tal vez por ser argentino el jurado del Premio Cervantes me encargó hacer el anuncio del premio ala prensa española y tuve que decir algo absolutamente cierto; en Francia e Italia, por ejemplo, cuando se da un premio, el jurado busca angustiosamente al escritor que ha de premiar y, a veces, como ocurre con el Premio Goncourt, encuentran a un escritor argelino de lengua francesa que los salva.
«Cuando tiene que darse un premio a un escritor hispanoamericano hay problema porque hay por lo menos siete personalidades que lo merecen, este año teníamos como candidatos a Camilo José Cela, un gran creador del lenguaje; a Bioy Casares, un gran creador de fantasías; Juan José Arreola ‑por quien yo voté‑, un escritor de una obra no muy extensa pero de una intensidad estílica extraordinaria y, entre otros; a Enrique Molina, un talento poco reconocido ya a sus años, pero que es el mayor poeta viviente de América Latina, en mi opinión. El y Alvaro Mutis me parecen las figuras más novedosas de la actualidad como creación viva del lenguaje. Es un problema elegir y es un lujo que tengamos tan buenos escritores.
‑¿Qué piensa del Premio Nobel que se otorgó a Octavio Paz?
‑El reconocimiento a Paz fue también el reconocimiento a una literatura que es la única creativa de nuestra época. Nunca vi con simpatía al escritor comprometido, sea de derecha o de izquierda, porque posterga un poco esa soledad creadora del artista; esa intimidad a contrapelo de las grandes ideas. Pienso que el artista debe ser como un gato: asociarse a veces a los momentos políticos del mundo, pero siempre con cierto retiro.
«Pienso en Octavio Paz más como el ensayista brillante que fue en su época de mayor creatividad literaria, pero ahora se le tiene como un hombre de ideas de este liberalismo avasallador que se está imponiendo en todo el mundo actualmente. El Premio Nóbel me causó alegría, porque es el reconocimiento a esa gran vitalidad literaria de América Latina, pero he de decir que me pareció también vinculado a esa actividad más bien de carácter político de Paz, por promover esa ideología internacional, ese liberalismo que desde mi punto de vista es peligroso porque los hombres de la cultura son los que más deben desconfiar de las grandes ideas políticas que se nos presentan desde la izquierda o la derecha.
‑Después de El viajero de Agartha y Los heraldos negros, que está en proceso, ¿ha escrito algún otro libro?
‑Sí, La reina del Plata, una larga novela que escribí durante 12 años y que va a ser publicada muy pronto en México.