E.A. Moreno Uribe, Ultimas Noticias (Caracas), 01/08/1987
Doscientos mil bolívares, transformados en dólares preferenciales (o sea a 14,50) una medalla de oro (de 10 mil bolívares) y el diploma, son los objetos físicos del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos, que mañana le serán entregados al ciudadano argentino Abel Parentini Posse, ya que su otro «yo», el escritor Abel Posse, escribió la mejor novela que intervino en el concurso, Los perros del paraíso.
Abel Parentini Posse, encargado de negocios de Argentina en Israel, llegó a Caracas, ayer, y de inmediato se sometió al interrogatorio de la prensa especializada, advirtiendo, previamente, que su nombre como escritor era Abel Posse, ya que como diplomático no podía aparecer firmando otros textos diferentes a los relacionados con su delicado trabajo.
La primera pregunta no podía ser otra que la relacionada con el maestro Rómulo Gallegos.
‑¿Qué ha leído usted de Rómulo Gallegos?
‑Leí, hace muchos años, bastantes por cierto, a Doña Bárbara y algunos pasajes de Cantaclaro. Me gusto muchísimo Doña Bárbara y también la novela La vorágine de José Eustaquio Rivera, que son las mejores obras sobre la barbarie.
‑¿Cómo llegó al campo de la literatura?
‑Mi espíritu de fantasía me acompaña desde chico. Mi inclinación por las artes literarias tiene mucho que ver por el ambiente familiar y social donde me eduqué, principalmente en Buenos Aires; allí tenía parientes y familiares que habían sido o eran escritores. La literatura entró a mi infancia, con una vocación muy firme, a los trece años; fue en ese entonces cuando me hice «la rata» o me escapé de las clases del colegio para ir a la biblioteca del diario La Prensa y copiar allí unos datos para una novela histórica que estaba escribiendo.
‑¿Y qué pasó ron esa novela histórica?
‑Escribí como dos capítulos… y se me perdió, pero yo ya era escritor. Cuando uno hace una barbaridad de esas, ya se es escritor, como lo he demostrado en las últimas décadas.
‑¿Cuál es su visión general sobre el estado actual de la literatura latinoamericana?
‑Creo que es una de las literaturas más fuertes en esta época, creo que es una literatura que nace de la ruptura, así como la literatura rusa de fin de siglo XIX precede a una revolución, la literatura norteamericana de principios de siglo anticipó una eclosión de esa sociedad que se está formando. Nuestra literatura es una literatura de ruptura y crisis, donde todo lo que no tenemos en la vida real, como es la libertad y la fantasía, lo logramos en ese universo de las letras, pero que es no solamente una cuestión metafísica, sino también un impulso que va a plasmarse en una mundo ideal. El punto de encuentro de todos los latinoamericanos ha sido la patria de las letras y no la patria de la política. Actualmente estamos más unidos los escritores latinoamericanos, que los políticos de está continente. Los escritores, por lo menos, hemos creado un lenguaje que corresponde a nuestra forma de ser y a nuestra sensibilidad. Hemos creado algo que corresponde a lo que en verdad somos los latinoamericanos. Los políticos todavía son dependientes. Creo que las ventajas que tenemos los escritores sobre los políticos, es que estamos preparando algo para el futuro. Ojalá que lo mismo suceda son los filósofos, ya que no tenemos ideas propias en el campo filosófico y todavía hay señores que se dedican a hacer ensayos sobre latón como única meta de sus labores filosóficas, cuando lo verdaderamente importante y necesario seria discernir un discurso filosófico adecuado o apropiado para los seres humanos de este continente. Necesitamos crear un pensamiento propio, de acuerdo a nuestra realidad, a nuestra idiosincrasia y con relación a lo que queremos ser.
‑¿Usted cree que el rol del escritor latinoamericano es preparar a los habitantes de su continente para una ruptura que vendrá algún día, quizá antes del fin de siglo?
En cierto modo, creo que sí, que ese debe ser el rol del escritor.
¿Usted vislumbra un proceso revolucionario en este continente?
‑Yo la palabra «revolución» no sé que es, pero lo que sí se es que «historia» es «cambio». La palabra «revolución» tiene connotaciones muy especiales y que sería muy extenso para esta entrevista, al ponerme a interpretar o utilizar cada una. Lo que sí se, es que necesitamos cambiar todos y todo. Si «revolución» quiere decir el cambio de lo que está mal, nosotros tenemos que ir hacia revolución. Pero lo que es fundamental, es que esta forma de revolución, que ojalá sea en democracia, tiene que hacerse con mucha velocidad, con prontitud, porque ya no hay tiempo para esperar. Este mundo se nos está desmoronando.
‑¿Usted es un político metido a escritor, o un escritor metido en la política?
‑Hay muchos escritores, como decía Goethe, que no sabían bien si eran políticos, o si eran escritores. Yo soy las dos cosas. Yo pienso mucho políticamente. Pero cuando escribo, lo hago cuidando el lenguaje, la estética y la imaginación. Hay muchos contenidos políticos en mi obra, basta leer algunas de mis novelas, como esta, Los perros del paraíso, que recién se ganó el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos.
¿Usted es diplomático de carrera y lleva más de veinte años en esos menesteres. Durante las últimas tres décadas, su país, Argentina, ha vivido difíciles etapas políticas. ¿Cuál es la visión del ciudadano argentino Abel Parentini Posse sobre esa convulsa historia de su país?
‑Si, hemos tenido 19 gobiernos en ese lapso que usted señala. Todo eso me produce una profundísima tristeza. Creo que Argentina no se merece, ni mereció, la política que tuvo. Argentina es un país con gente de extraordinaria capacidad creadora, con un pueblo dispuesto al sacrificio, que ha sido muy desilusionado por la política y sus políticos. No hemos encontrado una institución política que tome en cuenta nuestro valor y nuestra verdadera capacidad. Soy un poco escéptico y estoy un poco triste por la experiencia vivida por mi país. Pero hay que luchar contra eso, hay que crear urgentemente unas fórmulas sociales, políticas y económicas nuestras, para solventar este abismo a donde estamos entrando. Porque ahora no es solamente la miseria del pueblo sino las crisis en las sociedades ricas. La prueba está en que países como Venezuela, Brasil, Argentina y la misma Colombia, estén en situaciones de penuria. Aquí hay algo absurdo que tenemos que modificar.
‑¿Usted cree que la deuda externa debía ser o no pagada o suspendida su cancelación hasta mejores momentos?
‑No es mi tarea buscar soluciones concretas, pero lo único que puedo repetir es lo que ya dijo el Presidente Raúl Alfonsin: estamos haciendo un Plan Marshal al revés. En este momento, nosotros estamos pagando a los países industrializados, lo que se llevaron los nazis durante cada año de la ocupación a los otros países europeos. Es monstruoso.
‑¿Cómo combina su actividad de diplomático con la de escritor?
‑Para mi, el escritor tiene que ser un estratega para poder salvar su obra y preservar sus opiniones en un mundo difícil, para salvar su vida económica en un mundo angustioso. El escritor tiene que ser, siempre, una gran gato que merodea y se filtra por todas partes. Hay que ser esquizofrénico, o sea que hay que dividir el tiempo interior de uno. Hay que ser como lo recomendaba Napoleón Bonaparte: tener compartimientos estancos en el cerebro y cuando se pase de un tema a otro no hay que mezclarlos. Mi tarea es diplomática es una labor pública y es mi trabajo. Mi día de labores está dividida entre la escritura y la diplomacia. Pero no hay que olvidar que la diplomacia es una posibilidad de conocer mundos, lo cual es importante para mi mundo literario.
‑¿Han surgido conflictos entre esas dos personalidades, entre el diplomático y el escritor?
‑Si, el escritor debe buscar pasar desapercibido porque las sociedades no lo toleran mucho. El escritor es un subversivo, porque no dice lo que quiere el común de la gente. El escritor, aun dentro de un proceso revolucionario, debe decir verdades, debe seguir imaginando cosas y no sentarse sobre los laureles, como hacen los políticos.
‑‑¿Qué está preparando como escritor?
Ah… tengo muchas cosas. Estoy terminando una novela, con la cual concluyo esta primera trilogía que le he dedicado al tema histórico de América, la cual inicié con Daimón, cuyo personaje centra es el conquistador Lope de Aguirre, y proseguí con Los perros del paraíso, dedicada al Descubrimiento. Mi nueva novela llevará, en homenaje a César Vallejo, el título de Los heraldos negros, y su temática alude a la labor de los jesuitas en el siglo XVIII en las regiones del norte de Paraguay, donde fundaron un verdadero imperio de misiones, es, pues, el delirio social de esos sacerdotes empeñados en crear el imperio de Dios en esas salvajes regiones. Esta novela ya está muy avanzada y creo que el próximo año, estará lista.
‑¿Cómo es su trabajo literario?
‑Escribo todos los días, escribo a mano, con la derecha, y lo hago con mucho cuidado y con una severa utilización de las palabras. Trabajo con fichas. Mi trabajo literario yo mismo lo paso a un borrador en la máquina, tarea en la cual me ayuda mi esposa Sabine. Ese borrador lo reviso y lo reviso hasta que obtengo lo anhelado.
Observó el escritor Posse que su trilogía ha sido escrita desde un punto le vista de «La genitalidad», o sea que lo erótico está incluido en lo cotidiano, ya sin barreras, porque la literatura latinoamericana tiene un pasado lastrado por la tradición católica en todo lo referente a lo sexual está presente y lo recreo constantemente, como los hice con Los perros del paraíso, donde hago énfasis en las relaciones eróticas de los Reyes Católicos, la vida sexual de Colón y las costumbres de los indígenas americanos. Espero que pronto sea editada mi novela aquí en Caracas, para que muchos venezolanos puedan disfrutarla. El jueves próximo, en Madrid, estaré presente para el lanzamiento de la segunda edición de Los perros del paraíso. La literatura me reclama, pero también en Tel Aviv me espera mi otro oficio, el diplomático, y en Herzlia, al norte de la capital, está mi esposa. Espero regresar algún día a Caracas, donde parece que podré hacer unos cuantos buenos amigos en estos días».