La Nación, 18/01/2008
Pasada la tormenta, el ridículo y el abundante cinismo, no se puede hablar de fracaso en quienes se arriesgaron con la turbia negociación de Chávez por los rehenes en manos de las FARC. Si Chávez buscaba restañar su derrota electoral con un golpe de notoriedad, no supo calcular que las FARC le exigirían una contraprestación extremadamente cara. Chávez tampoco fue prudente ante las reservas del presidente Uribe, que tuvo que aguantar una negociación con terroristas que pasaron de la oxidada ortodoxia trotskista de “lucha armada” contra el universo capitalista a ser financiados y corrompidos por la más repulsiva e inhumana criminalidad: la de los traficantes de drogas.
Marulanda, “Tirofijo”, es un personaje patético. Después de treinta años, su revolución se pudrió como una papaya caída en el fangal. Es una revolución que ahuyentó a la gente, que se quedó sin pueblo. La verdadera Colombia es la que lucha por la democracia. La Colombia creadora, con voluntad de vida y no de muerte. Marulanda pasó de la estrategia maoísta de tres décadas atrás, con la retórica libertaria, a la realidad de sobrevivir de las retenciones a las exportaciones atroces de los narcos. Se arrastra como una sombra del pasado estalinista por el “convento de la selva”. El mismo es la imagen de las ilusiones revolucionarias perdidas en la enfermedad infantil del izquierdismo sudaca. Su ejército es una leva de por vida: nadie puede desertar sin ser condenado a muerte. De la moralina de la alfabetización pasó a vender los secuestrados a sus familiares.
Como un dios destronado, aparece en las fotos con uniforme militar y una toalla amarilla que usa constantemente para secarse el sudor o para envolverse la cabeza hasta que pase la nube de mosquitos, los famosos zancudos de la rain forest. (Esto lo contó el ex presidente Pastrana en Madrid a un grupo de amigos cuando recordó sus humillaciones, y las de Colombia, en sus encuentros para un acuerdo que nunca se logró.)
Para castigarnos, Dios no necesita más que concedernos lo que ambicionamos: Marulanda y sus envejecidos guerrilleros son también rehenes de esta selva que sólo es vivible para los aborígenes, sus dueños originarios, que nacieron en ella y morirán con ella. Allí se puede sobrevivir, pero no vencer. Todo se oxida: armas, almas, cuchillos, ganas. Los libros de Mao y de Lenin se agusanan en los cobertizos cubiertos por la jungla.
Ni Sarkozy, ni Kirchner, ni Marco Aurelio García, el estratego de Lula, se equivocaron. La libertad de inocentes agostándose en ese tórrido fangal justifica el apoyo. El canje de estas dos rehenes tal vez abra el camino para la libertad de Betancourt y tal vez de muchos otros. Pero ahora ya conocemos las primeras claves del fiasco que puso en ridículo a Chávez. ¿Qué le exigieron en realidad las FARC que no se pudo dar el primer día? ¿Qué pidieron a Francia para satisfacer el impulso humanista de Sarkozy? ¿Pensaban mandar con la madre a un falso Emmanuel, presentándoselo como el bebe que no había visto en dos años? Para algunos diplomáticos bien informados, Marulanda dejó armar el tinglado internacional en Villavicencio para exigir allí su chantaje, ya reunida la atención mundial. El objetivo de las FARC es conseguir el status de “beligerante”, según el derecho internacional. Recientemente, Raúl Reyes, portavoz de las FARC, en un artículo publicado en L’Humanité, el diario comunista de Francia, el 19 de noviembre de 2007, dijo: “Somos una fuerza beligerante, una fuerza reconocida como un actor político que lucha por intereses diferentes de los del gobierno establecido. Somos una organización político-militar contra el Estado. Una oposición al régimen actual con vistas a la creación de otro. Proponemos la composición de un nuevo gobierno que realmente quiera la paz. Un gobierno patriótico, democrático, pluralista que sea garante de los acuerdos que resuelvan la injusticia social, política, económica y asegure la paz. Esos acuerdos deberán ser sometidos a un proceso de referéndum vía una asamblea constituyente con el fin de elaborar un nuevo texto fundamental para Colombia”.
En suma: las FARC y Marulanda proponen el triunfo virtual de ser la Colombia selvática reconocida internacionalmente. Y, en efecto, Chávez comunicó ahora que las FARC no son una mera guerrilla sino el ejército de un pueblo con territorio y “con voluntad bolivariana”.
El macilento Marulanda siente que se queda sin poder y sin gloria escondido en la manigua y chantajeado por el implacable capitalismo criminal del narcotráfico. Esto confirmaría una sensación de fracaso similar a la de otros terroristas que conocimosmás al Sur, pues acaba de lanzar la amenaza de “la contraofensiva final”. Quizá morirán muchos inocentes en este intento, para desembarazarse de sí mismo, de su ideología muerta y del peso de la amoralidad absoluta por haber jugado con la demoníaca idea de que el fin justifica los medios. Mientras tanto, se sobrevive en esta selva sin pena ni gloria como un último o penúltimo fantasmón de la enfermedad política de nuestra América latina. Chávez pagó escandalosamente su voluntad de poder y para librarse del ridículo del primer fracaso, complicándose en un panorama político que no podrá, seguramente, controlar. Las discrepancias con Colombia pasarán a la categoría de conflicto que, se puede presumir, será de graves consecuencias.
El autor es diplomático de carrera, novelista y ensayista.