Juan Cantavella, Heraldo de Aragón, 20/11/1989
Abel Posse es un novelista argentino, autor de una obra sostenida y valiosa, que ha descrito el encuentro entre españoles y americanos en narraciones como «Daimón» y «Los perros del paraíso». «España es el país más vivo de la cultura europea ‑afirmaba en el transcurso de una reciente estancia entre nosotros‑. Aquí se están viviendo unos años extraordinarios. Pero en la preparación del V centenario parece que el estamento político está celebrando su propio triunfo».
«Cuando llegaron los españoles a América hace cinco siglos ‑afirma Posse‑, hubo una guerra de hombres. pero también de dioses El establecimiento del poder militar y administrativo de los conquistadores no era suficiente. El imperio era consciente de que la conquista nunca es completa si no Se vence a sus dioses y se les destuye».
‑La preparación del V Centenario, ¿va por buen camino?
‑No se debería celebrar, sino conmemorar de forma madura, hay que evitar una parranda diplomática como la organizada este verano por Francia en el segundo centenario de la Revolución. España no debe cometer un error semejante. Por ello no debe dejarse a los políticos con esta celebración y el protagonismo tendría que ser asumido por la corona, porque los políticos siempre van a lo suyo.
‑A su juicio, ¿cómo se debería conmemorar este acontecimiento tan importante?.
‑Indudablemente no se puede plantear como si se trata de ganar el Mundial de Fútbol. El tema se contempla con excesiva frivolidad en España y hay miedo a hablar de ello. No queremos volver al pasado para vengarnos, porque lo que sucedió entonces no debe contribuir a separarnos, sino a unirnos. Ahora el protagonismo deberían tomarlo los intelectuales. las fuerzas sociales y la Corona. El Rey debería pronunciar un discurso muy meditado en el que reconociera los errores que se han cometido contra la cultura propia de América, pero que al mismo tiempo manifestara el orgullo que produce el que todos nuestros países compartan la lengua y puedan considerarse hermanos.
Abel Posse nació en Córdoba (Argentina) en 1936. Posteriormente se trasladó a Buenos Aires v en 1959 viajó a París, donde se dedicó a estudios políticos y literarios. Ha vivido en Tubinga, Sevilla, Moscú, Lima y Venecia. En la actualidad vuelve a residir en Buenos Aires.
‑¿Algún día volverá la tranquilidad y la confianza a su país?.
‑En Argentina hemos vivido una mala transición, no como en España que dispusieron de las personas necesarias en el momento justo. La democracia no ha podido consolidarse por la crisis económica que nos azota y por una inflación que ha llegado a ser récord mundial. Distinto hubiera sido si estos años hubieran coincidido con la normalidad económica. Ahora se ha producido un cierto consenso alrededor del presidente Menem, porque de lo contrario se llegaría al absurdo de no poder sobrevivir.
Perversidad literaria
Hace poco Abel Posse publicó la novela “Los demonios ocultos” (Plaza y Janés), que ahora tiene continuación con “El viajero de Agartha”. Si en la primera el protagonista salía al encuentro de la imagen paterna para llenar sus vacíos personales, en ésta se dibuja la figura del padre, quien abandonó al hijo por seguir los dictados del nazismo.
‑¿Se encuentra a gusto en esta dedicación a la literatura?
‑Es mi vocación desde que tenía 10 años. Ya entonces me entusiasmaba escribir. El mío es un caso de perversidad literaria. No puedo concebir mi vida sin el placer y el dolor de la escritura. Ahora con más placer que dolor, aunque me supone una gran tensión situarme junto a los libros y con mi compromiso como escritor.
‑¿Y eso es vida?
‑Pregunte a Menéndez Pelayo, por ejemplo, si hubiera podido vivir de otra manera. Yo no sé si esta vida monástico‑literaria, esta celda del pensamiento y de la reflexión, no será gravísimo pecado.
‑Sigue la marcha de la narrativa española?
‑Argentina recibe pacos libros españoles, porque la gente no los puede comprar. Para que se haga una idea, un libro vale la mitad de o que gana un maestro al mes. Así que no me llegan. Yo soy un admirador de la literatura española, de pequeño mis padres me regalaban libros de Unamuno, de Valle‑Inclán y de Baroja, de los poetas de aquel tiempo. Los demás también se han embebido de estos autores y como resultado oda la prosa hispanoamericana está ligada a la poética española, sobre todo a la generación del 27.