Alejandra Guillén, La Opinión de Málaga, 1995
«Estamos interpretándonos en un momento de crisis, por lo que tenemos que recurrir al pasado para buscar raíces que estén vivas». La novela sigue siendo un arma muy importante en América Latina.
Para Abel Posse, escritor de los llamados de culto, diplomático de carrera y sobre todo un gran humanista, la historia ha sido una de sus grandes pasiones, y sobre ella regresa una y otra vez en sus libros. El choque de dos culturas contrapuestas, como la europea y la indígena de América, se ve reflejada en la trilogía «Los perros del paraíso», «Daimón» y «El largo atardecer del caminante«. Otras dos se ocupan del mundo nazi, «El viajero de Agartha» y «Los demonios ocultos«. Tampoco escapa a su reflexión la idiosincrasia rioplatense y el poder en «La Reina del Plata» y «La pasión según Eva«, una pseudo biografía novelada de la controvertida Eva Perón.
Ayer, el ganador del V Premio Internacional Rómulo Gallegos, máximo galardón literario de Hispanoamérica, visitó Málaga para disertar sobre la novela histórica en la conferencia inaugural del IV Curso de Literatura Hispanoamericana del siglo XX, que se celebrará hasta el 12 de marzo en el salón de actos del nuevo Rectorado de la UMA. En una entrevista con «La Opinión de Málaga», el Embajador argentino asegura que hay campos agotados de este género, lo que le ha llevado a imbuirse en otra novela histórica, que responde a problemas muy profundos y permanentes más allá de modas literarias, agrega.
Dificultades
Admirador incondicional de Alejo Carpentier y de su magistral demostración de la novela de la historia, «El reino de este mundo» -afirma-, defiende la importancia del género en Hispanoamérica, donde subyacen dificultades muy concretas y arrastran perocupaciones aún no solucionadas, frente a la inmediatez del mundo actual. «A medida que la globalización sólo se queda en la superficie, la novela histórica recupera valores profundos de las sociedades y demuestra la imposibilidad de estas supuestas globalizaciones», agrega.
Pero más le preocupa la producción editorial, que tiende a la edición de novelas «frívolas y superficiales», promovidas por los editores, que creen que van a dar novedades al lector. «Es una literatura sin contenido. Es un homenaje que hacen los escritores a su entrega a un sistema que no supieron realizar, en vez de dignificar valores reales de la condición humana. El crítico tiene la obligación de no ponerse al servicio del libro de moda, del best seller del verano», indica.