La Gaceta, 30/05/2010
Con Daniel Alberto Dessein se va una figura importante de la cultura. Un hombre de acción callada que insólitamente, durante sesenta años, se dedicó con serena pasión a construir un puente de acercamiento y difusión entre los creadores del interior y los de la cabeza de Goliat.
Vivió atento a todas las manifestaciones nuevas y recogió, sin olvidos, la tradición. Dirigió el suplemento literario de LA GACETA sin exclusiones y sin crear las consabidas capillas y grupos de moda. Sintió que la cultura era una montaña de infinitas laderas, y las respetó invariablemente. Incluso alentó la polémica, hecho infrecuente.
Sus páginas del suplemento volaban desde Tucumán hacia todos los creadores. Esta generosa originalidad sirvió para que el localismo de los escritores y artistas, se enterase de la producción de tantos otros de Buenos Aires y de las provincias.
Esa tarea indeclinable de Dessein nos recordaba que la Patria tiene un corazón múltiple donde se piensa, se crea y se escribe con tanta pasión y talento en el pueblo remoto como en la Capital Federal.
Más allá de lo argentino, LA GACETA Literaria de Daniel Alberto estaba atenta a todas las expresiones importantes del arte del mundo. Sabía que esa esfera inefable de la «cultura» tiene su centro en los lugares más sorprendentes. Está creada por la condición humana desde su perplejidad existencial, sus preguntas y su vocación de paz y justicia, esencia del «bien común» del arte. Dirigió su Suplemento con autoridad sin ceder a las tentaciones, o al complejo provinciano o localista. Rompió con coraje la autolimitación ante el centralismo de Buenos Aires, hecho poco común incluso para periódicos importantes de algunas provincias.
Lo veo a Daniel Alberto en París, con su chambergo de explorador urbano y su loden, entre los mostradores de las librerías de Saint Germain. Gozaba de la amistad de escritores que convocaba a escribir, a veces con un llamado urgente, cuando se trataba de algún tema de actualidad.
Lo recuerdo en sus diálogos en la residencia frente al Arco de Triunfo de nuestro amigo común Víctor Massuh, por entonces embajador y presidente el Consejo Ejecutivo de la UNESCO. Massuh nos acercaba el pensamiento de las figuras más notables de la filosofía francesa de esos años: Edgar Morin, Baudrillard, Bourdieu, Lipovetsky, Serres, George Steiner, y más recientemente, Maffesoli y Prigogine.
Difundió poetas, pensadores, críticos, con una humildad receptiva inusual. Y su obra persistente fue coronada por sus pares del periodismo en honor de sus seis décadas de devoción a las letras y las artes; a las nuevas ideas y a la tradición clásica.
Dessein fue director editor de LA GACETA durante veinte años y periodista versado en los temas internacionales (cubrió las giras de Arturo Frondizi). Sus viajes anuales con Nelly le permitían seguir con agudeza los temas de la actualidad mundial. Sin embargo nunca puso en segundo plano la actividad cultural, muchas veces tratada como la pariente pobre del periodismo, por «razones económicas». Defendió con energía su Suplemento desde la convicción de que la tarea de poetas y pensadores formaba parte de lo más sólido y perdurable del perfil de la Argentina ante el mundo. Fue un original y mucho lo extrañaremos.
Desaparece el amigo, el hombre cabal, el gran periodista. Queda su ejemplo y su escuela.