Jacqueline Ramos Rodríguez, Excelsior (Argentina), 10/12/1998
«Nadie le regaló a Ernesto Che Guevara su lugar de mito en la historia. El pagó sus ideas con su propia vida», afirmó Abel Posse, quien abundó que «el personaje fue un visionario, se adelantó a los tiempos; vio muy claramente que el socialismo burocrático ya no tenia destino. Lo vela en Praga, disfrazado de comerciante español con cabello teñido y su cara desfigurada por los anteojos y prótesis».
Diplomático, poeta, escritor y ensayista, Abel Posse presentó en La Casa del Lago su nueva obra, Los Cuadernos de Praga, editada por Atlántida, en donde estuvo acompañado por Lisandro Otero, coordinador de la Sección Editorial de EXCELSIOR; Federico Catalano y Marta Nesta de Taccetti.
Posse habló sobre lo que hoy en día representa la figura del Che: «Es un símbolo mundial de rebeldía, de honestidad política y de coraje, aunque no creo que ya tenga ninguna convocatoria su llamado a la violencia. Eso está superado históricamente, además fracasó. Pero lo rescatable de él es su coherencia con las ideas, su espíritu de transformación en un sentido justiciero del mundo, aunque hubiera equivocado su metodología».
¿Qué lo llevó a hacer una novela sobre el Che Guevara!
‑ Realmente es una buena pregunta, porque después de cuatro excelentes biografías como las que aparecieron, parece casi insolente agregar algo sobre Guevara. Pero justamente el campo de la novela es otro, no es el de la vida pública de los personajes, sino el de la intimidad, el viaje a lo privado, la búsqueda de lo desconocido, de lo contradictorio y existencial. Escribí, porque me pareció que yo había tenido la suerte de conocer en Praga durante cinco años, donde había estado como diplomático, la estadía secreta de Guevara en Praga. Para mi, eso daba para una novela. Era, además, un personaje caminando por las calles de Praga disfrazado de burgués apacible y, al mismo tiempo, organizando una conspiración incluso a espaldas del poder socialista mundial. Era algo suficientemente interesante como para acercarte la posibilidad de la novela.
¿Las biografías consignan ese pasaje de la vida del Che?
‑ Sí. Las biografías lo señalan, pero de manera muy breve, porque eso se supo hasta hace muy poco tiempo, prácticamente cuando éstas se estaban escribiendo. Fue precisamente a partir del libro de Paco Ignacio Taibo, aquel que se llamó El año en que no estuvimos en ninguna parte, cuando se empieza a aclarar un poco. Después, averiguando, pudimos comprobar que fueron cinco meses decisivos. El viene derrotado del Congo, muy enfermo, los checos ‑algunos, porque estaba de incógnito‑‑ creen que se estaba curando. pero en el fondo estaba organizando la continuación de su lucha. Crea una red increíble de agentes, tiene movimientos asombrosos en la política mundial, como su intento de convencer a los chinos para que le den apoyo. El vivid esa etapa muy angustiadamente por muchas razones personales y físicas, y también por el hecho de sentir que estaba siendo una especie de Quijote solitario. Ante un socialismo que se desmoronaba, él creta que lo único rescatable era un arsenal, todo lo demás estaba perdido: la economía, la capacidad de captación política mundial. Pero quedaba el arsenal, y pensó que encendiendo un gran fuego en América, una especie de Vietnam, podía decidir a un poder socialista indeciso a una confrontación final, sino todo seria decadencia.
¿Cuándo llegó el personaje a Praga?
‑ A principios del 66 y se va en junio del mismo año a La Habana para juntarse con la gente que ya estaba preparada y de ahí zarpar hacia la aventura de Bolivia.
Abel Posse habló también de su relación personal con Ernesto Che Guevara: “Es la de un novelista. Es un héroe, soy argentino. Creo que me formé en el mismo hábitat que él, social, cultural, en ese Buenos Aires maravilloso, lleno de ideas y de espíritu de aventura que ya no existe. Además, me pareció importante rescatarlo del silencio del heroísmo y la glorificación”
¿Qué documentos encontró sobre esa etapa?
‑ Muchos, porque fue la dirima de él. Escribía mucho y se presume que lea cuadernos de Praga están escondidos en algún lado. Todos aceptan que existen, que están en algún lado, que era imposible que no escribiera porque lo hacía hasta en los últimos días de su vida, en la selva. Pero es una etapa de reflexión y de angustia, de revalorización, donde él sale a caminar cada mariana en una ciudad y percibe que todos son gestos de fracaso de un sistema que es el que quiere él fundar. Ve que se le acercan jóvenes a pedirle una pluma Bic o un disco de Los Beatles, como pasaba en esa época. Yo lo viví en Moscú. Cuando escribí este libro sabía que iba a tener un problema de carácter político. Todo esto siempre nos encierra en la superada controversia derecha‑izquierda, las tonterías que arruinaron el siglo. Hoy en día tenemos que acercarnos a los héroes con la libertad con que se acercó Shakespeare a sus reyes, o sea ver el elemento humano, la peripecia, aquello que es más grande que la política.
Para Abel Posee, «el Che era un hombre muy raro, con la formación de un hombre de letras. Pide libros en medio de !a selva. En el Congo manda pedir la Odisea y la lliada, se pasan los libros a través de valijas secretas. Lefa a Goethe en medio del tiroteo. Es un hombre de una raza especial».
¿Hay gente, después de él, con esa misma estirpe?
‑ No, no vemos en el horizonte esa voluntad de poder y transformación. Esperamos que no tenga imitadores, pues los imitadores sacan la metralleta cuando ésta ya está oxidada. Ahora ya no tiene significado la violencia política primaria. Lo que ahora lo tiene es un pensamiento político alto, como tal vez lo tuvo. Pensar que el socialismo también era un trampolín, siempre en el objetivo final, y tal vez inalcanzable de crear un hombre en una condición humana distinta, lo que el llamaba el hombre nuevo. Lo más interesante de él es esa secreta rebelión idealista, casi metafísica, contra la determinación marxista económica del hombre productivo en la sociedad socialista. Si bien el creyó en una primera etapa eso, cuando estaba en Cuba, al final cree más por el lado de Trotsky, en la idea de un hombre nuevo. Guevara ha perdido todas las batallas. Es un símbolo incluso motivo de T-shirts para regalo de cumpleaños. Pero más allá de todo eso yo a veces me pregunto si esta sociedad mercantilista, globalizada, y cada vez más implosiva, que ya tiene muchos problemas, a futuro no retomará las ideas de Guevara de un futuro socialista del hombre».
Lisandro Otero destacó que «estamos asistiendo a un reverdecimiento de la figura del Che Guevara. Por alguna razón, en pocos años han aparecido muchos libros relacionados con la figura mítica. Todos han arrojado nuevas luces. Ernesto tiene ese poder de convocatoria, ese poder de ilusionar a las juventudes y eso se debe a un colapso general de valores a fines del siglo. La marcada insistencia del mundo mercantilista dentro de las relaciones humanas no logran satisfacer al hombre que sigue buscando urna vía hacia el paraíso prometido y nunca encontrado. Ernesto es un hombre construido con la materia de los altos, con una vocación de sacrificio».