Pavel Srut, Nedelni Lidove Noviny, 03/09/1994
Era una hermosa tarde. Ligeramente lloviznaba. Al umbral de la residencia del Embajador argentino salieron con majestuosidad dos hermosos gatos. «Al gato le di el nombre de Lobkowicz y a la gata la llamamos Lady Hamilton», mencionó el señor Embajador al invitarnos pasar.
Mi ex-compañera de la escuela, Blanka Stárková, eligió la terraza con vista al jardín que estaba mojándose bajo la lluvia, en vez de la sala de recepción. Eso era muy razonable por parte de ella. Las ideas, los razonamientos, la imaginación y el temperamento del diplomático y escritor Abel Posse necesitan espacio. Y, además, allí podremos fumar.
Blanka Stárková es traductora. Tradujo al checo (brillantemente) la novela «Los Perros del Paraíso» , una de las tres mundialmente conocidas y apreciadas obras de nuestro anfitrión. Tiene pensado traducir también la novela «Daimón» que pertenece al ciclo que se llama en España «La trilogía del descubrimiento de América».
El señor Abel Posse (nacido en 1936 en Córdoba) eligió la carrera de diplomático. Después de París, Bonn y Moscú se desempeña desde el otoño del 1990 como Embajador de su país en Praga.
Abel Posse es escritor. Es un representante importante de la prosa latinoamericana o más bien, de su rama «más europea», representada por los nombres como J. L. Borges, Ernesto Sábato, Julio Cortázar y Abel Posse. Nosotros hemos venido para charlar con un escritor. Le hemos preguntado varias cosas. Sin embargo, nuestras preguntas eran solamente como unas «guías de la carretera» para un conductor que sabe manejar en el camino hasta a oscuras. Con seguridad, exactitud, sin el zigzagueo diplomatic, y sin necesidad de la inmunidad diplomática. Por ese motivo decidí no publicar en este artículo aquellas «guías» que usamos para dirigir el diálogo. Quedó solamente la traza de nuestra charla y escucha. Aquí está ….
Sobre Praga
Praga es una ciudad digna de admiración. Yo siempre vivía de la nostalgia de los recuerdos retrospectivos sobre las ciudades donde residí por temporadas más prolongadas: Moscú, Lima, París, Venecia, y ahora sé con seguridad que Praga me ha marcado. Ella es -igual que Venecia- una obra de arte por sí misma, no por los objetos que están guardados en sus museos. El hecho de que pude como Embajador de mi país ser testigo de su actual cambio histórico, es para mí un privilegio, una suerte; sé que desde ahora para siempre voy a seguir encontrándome con ella muy adentro mío siempre de nuevo …
Sobre la residencia en Barrandov
Esta casa la construyó el tío del Presidente Havel, el hombre que creó la cinematografía checoslovaca. La terminación de cada película rodada en los Atelieres Barrandov se festejaba precisamente en este chalet. Y eran realmente unos años brillantes -el período estelar de las actrices de la talla de Adina Mandlová y Lída Baarová. Adina Mandlová inclusive llegó a vivir un tiempo aquí, solía bañarse en aquella piscina … Opino que ambas actrices gozaban de una fama merecida y creo que eran unas muchachas muy alegres. Esta casa era también parte de una historia interesante y el espíritu libre del artista sigue permaneciendo aquí.
Estoy casi seguro que Franz Kafka no podría escribir aquí ni una línea…
Después del año 1948 la casa fue confiscada y a partir de los años 50 pasó a ser la residencia de la Embajada argentina. Afirmo que estamos cuidando con reconocimiento y un cariño especial los muebles originales de los Havel. La propiedad volvió ahora a las manos del Presidente Havel, quien seguramente pasaría por alto con grandiosidad, si por casualidad llegara a rompérseme algo sin querer ….
Sobre las cosas insignificantes
Unos pocos muebles, todos los cuadros, las fotografías colgadas sobre las paredes y, por sobre todo, mis libros, me hacen acordar en esta casa a la Argentina. Yo siempre viajo por el mundo con una carga de aproximadamente cuatro mil quinientos libros. Esto es mi única relación existencial, pues en lo demás, llevo la vida de los gitanos. De un puesto diplomático a otro me acompañan solamente mis libros, mi escritorio y en el fondo de una de sus gavetas un lápiz rojo, un botón de una camisa mía la que quizás no me he puesto nunca, un número telefónico de Moscú del año 1967… etc. Estas cosas insignificantes forman la continuidad del ser.
Sobre la pluma de ganso
Tengo dos antiguos «word-processors». Uno es del 1917 y el otro del 1919. Los pinté con mis propias manos de colores claros, casi tropicales. Sin embargo, en la máquina de escribir suelo escribir solamente algunos artículos. Mis novelas las escribo a mano -solamente excepcionalmente escribo algo a máquina. Crear la literatura novelesca en la computadora me parece muy traicionero. La computadora tiene una capacidad enorme de escupir papeles, mientras que la velocidad de la literatura es muy distinta a la de la máquina. Para escribir poesía lo ideal es usar una pluma de ganso, pues ella tiene la misma velocidad que la poesía. El poeta que escribe sus versos en la computadora, sobrepasa -en mi opinión- la velocidad «permitida» de la pluma de ganso. Naturalmente que el trabajo con un word-processor es más cómodo. Sin embargo, el proceso literario exige una cierta lentitud …
Sobre la poesía
Yo estimo mucho la poesía, pues ella conserva la conciencia íntima del mundo. Contiene una gran fuerza de la verdad que hace el papel del polo opuesto que sigue sobreviviendo en las orgías destructoras de los medios masivos, refiriéndome especialmente a la televisión. El vigor de la poesía reside en el saber qué es la vida, en mantener la conciencia legítima de la vida. La poesía sigue siendo el documento más seguro y la mejor información sobre la vida, el amor, la muerte, la fe y el anhelo, el miedo metafísico, lo complicado de la existencia humana. Para mí la poesía no dejó de ser lo que otrora era: la ciencia máxima. Y encima de eso: también el más brillante laboratorio del idioma. De ella sacan después sus medios expresivos otros géneros literarios, alcanzando en la prosa la misma cima como la mejor poesía los escritores de la talla de Hermann Broch o Jorge Luis Borges.
Si yo tuviera que hablar sobre mí mismo, podría decir que yo también intenté crear en mis tres novelas un lenguaje poético para descubrir así un espacio nuevo, distinto a la mera narración o expresión de un texto histórico. Intenté develar la esencia poética de una realidad histórica determinada. Crear un lenguaje que narrara la historia de otra forma.
Sobre la literatura y los amores secretos
En mi opinión, la literatura tendría que ser algo excéntrico, algo al margen, algo como el amor. Dentro de la vida de la sociedad, el amor es algo marginal. Por ejemplo, un hombre que trabaja en una gran empresa, se enamora de la secretaria que trabaja en la misma empresa y comienzan a verse a escondidas en un café, lejos de aquella oficina. Luego, al correr del tiempo, encuentran para sus citas algún pequeño y discreto hotelito en los suburbios. Allí pasan las horas marginales robadas, las que, sin embargo, suelen ser las mejores horas de nuestra vida, las más completas. Algo así como en la niñez: el tiempo mejor y el más completo era aquél, cuando nos hacíamos la rabona, cuando no estábamos sentados en los bancos escolares. Las horas pasadas en los jardines, en las excursiones y explorando las buhardillas y los cuartos antiguos de las casonas viejas. El tiempo cuando huíamos de la casa a la calle para palpar el misterio de la ciudad… Lo más importante en nuestra vida es siempre la tangente, el lugar del contacto. Precisamente en ese punto de contacto vive la literatura. En «el encuentro» de los sentimientos… tanto en el foco, como al margen de la historia y de la vida diaria.
Evita: sobre la novela recientemente terminada
(Datos factográficos: Juan Domingo Perón (1895-1974), político, general y Presidente argentino. En la cima de su gloria, en los años 1946-1955 era un líder autoritario y a la vez también el representante populista de un reformismo social muy original. Su mujer, Eva Perón, por su carisma y actividades caritativas, pasó a ser el ídolo argentino y un fenómeno que sobrepasó las fronteras del país. Murió a los 33 años de edad.)
Pensaba en escribir una novela biográfica sobre Evita Perón ya desde hace una pila de años. Hablé con la gente que la conocía personalmente, especialmente en aquel período casi desconocido de su vida, cuando ella era actriz. Era una gran mujer, realmente excepcional y muy especial. En el corto tiempo que le fue dado, vivió prácticamente tres vidas. Era actriz, artista, mujer de la política y del poder, y a la misma vez también un ser que tenía una aversión absoluta hacia el poder. Su esfuerzo de ayudar a la gente simple y poder entenderles tenía una dimensión hasta religiosa, la que, sin embargo, era totalmente laica y redimida de sí misma, llenando, sin embargo, su vida entera. Trabajaba veinte horas al día -estaba constantemente en contacto con la gente y sus 35 secretarios trabajaban respondiendo día y noche las cartas y las solicitudes más inesperadas. Alguien le pedía que le consiguiera una dentadura postiza, otro pedía un par de muletas, para otra persona tenía que conseguir un puesto en la oficina -todo lo que uno podría imaginarse. Es que Evita entendió que el gobierno de su esposo tendía hacia el poder y que la verdadera realidad del país quedaba solamente al margen de su interés. Por eso ella también luchaba por los derechos de la mujer. ¡Eso era algo totalmente revolucionario en América Latina! Logró inclusive imponer el derecho de voto para las mujeres en el mismo tiempo que eso fue logrado en Francia y en Inglaterra. Pero a su vez, no era feminista -ella insistía siempre en que la mujer ni en su vida pública, ni en la privada no podía perder su femineidad. Y, naturalmente, lo que me atrae en ella especialmente a mí como novelista: ella era un personaje muy complicado y misterioso. Estoy tratando de buscar en mi libro por sobre todo los puntos de relación entre la oscuridad del secreto de su vida privada y la luz de su vida pública.
Sobre las mujeres
La mujer y el tema de las mujeres me atrae continuamente porque pienso que el mundo de los hombres se encuentra en la decadencia, extenuado, es un mundo de la destrucción de la naturaleza, del poder estúpido y de una crisis común. Sí, pienso que estamos al final de un ciclo, esta sociedad ya no puede más, está agotada y sólo espera un gran cambio, el cual, sin dudas, llegará. Y en este cambio, la presencia y la participación de la mujer como portadora de los verdaderos valores de la vida, de la tierra y del hijo, tendrá, de acuerdo a mi opinión, una importancia y peso mayores.
Sobre el carácter del escritor
Yo pienso que para que un hombre llegue a ser escritor, necesita tener cualidades parecidas a las de una mujer que se decidiera hacer el striptease. Es decir, tendría que tener una cierta falta de pudor, un cierto descaro, una capacidad de hacer algo que no es del todo natural. Las personas finas, muy finas, no suelen escribir. El escritor debe ser algo como agresivo, caradura -y gracias a su descaro y a veces casi por falta del buen gusto- podrá crear algo nuevo, algo que todavía no fue dicho. Es por eso que un buen escritor suele estar lleno de tensiones, contradicciones, dobles sentidos. Es a la vez hombre y mujer, un pobre y un gobernante, a la vez intelectual y emocional, racional e irracional…
Si se puede decir que la literatura es al menos un poco la expresión del destino humano, lo mejor que podría hacer un escritor sería cultivar en sí mismo todos esos dobles sentidos y contradicciones suyas. Si realmente llegara a conseguirlo, tendrá que internarse en todos los precipicios y cimas de su personalidad. Para mí, un escritor absoluto es Shakespeare. Era un gran poeta con el don extraordinario del manejo del idioma -y a la vez un enorme conocedor del alma humana y de su destino. Freud debería envidiarle.
Sobre los coroneles y sobre Pushkin
En uno de mis primeros puestos diplomáticos, en Perú, en medio del aburrimiento de algún cocktail diplomático, se me acercó un hombre grandote vestido de uniforme. Era el Agregado Militar Soviético, un coronel, cuya cabeza era como un enorme chop de cerveza, con una nuca gordísima… Comencé a charlar con él sobre algo -y de repente me di cuenta que estamos hablando de Dostoievski, de Aliosha Karamazov, de Raskolnikov. Y ese coronel, que había llegado allí probablemente del más horrible cuartel soviético, suspiró algo en el sentido de que Pushkin quizás no puede ser traducido a otro idioma -y yo en ese momento me di cuenta que la literatura está formando una enorme casa universal, un puente de comunicación mutua, un milagro que logra más que la política.
Escritor y el diplomático
Nunca quise ser un escritor profesional. Nunca, ni cuando ya mis libros llegaron a ser conocidos. Antes de comenzar a ejercer la carrera diplomática, durante un corto tiempo yo me ganaba la vida como abogado. Aquellos treinta años de carrera diplomática me ayudaron a conocer muchos países, una serie de personas distintas y también las diferentes fases del poder. A la escritura yo le dedico solamente las horas robadas. Repito nuevamente que es algo parecido como con el amor. Nadie le dedica al amor todo su tiempo. Ningún hombre dejaría de trabajar solamente por haberse enamorado de una chica. La escritura significa para mí una vida paralela -aunque más profunda que mi vida pública. Además pienso que ser escritor profesional es peligroso…
El escritor siempre cumplía el papel del aguafiestas. Tiene que traicionar inclusive los ideales que lo apasionaban en su juventud, traiciona también a sus amigos cuando les va bien, tiene que traicionar a todo lo que llega al poder. El escritor es, en realidad, un ser extraño, pero a la vez necesario para la sociedad, especialmente hoy en día, mientras estemos viviendo en un ambiente «del totalitarismo de la suerte» y siendo el rol del escritor en los países industriales lamentablemente mucho menor de lo que ésta merecería.
Era un tardío atardecer de verano. Llovía suavemente. Dos gatos nos acompañaron con el aire de distinción hasta el umbral de la residencia del Embajador argentino …