Cristóbal Zaragoza, Diario de Barcelona , 05/10/1975
Argentino de treinta y seis años, escritor, diplomático, Abel Posse conoce bien España, Francia, Alemania, la Unión Soviética y buena parte de Latinoamérica. Es, pues, ciudadano del mundo, viajero de sus dolores. Nada raro por tanto el pesimismo cósmico de los personajes de esta magnífica novela, Los bogavantes, Premio Municipal de la ciudad de Buenos Aires, Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores. Otra obra suya, La boca del tigre, fue galardonada con el Premio Nacional de Literatura 1971.
En cuatro palabras. ¿Qué es «Los bogavantes»?
Yo siempre la he visto como un viaje a través de los temas de nuestro tiempo. Tres personajes cuyas vidas convergen en París, se entrelazan erótica y afectivamente, para terminar finalmente desapareciendo en sus soledades respectivas. Hay una guerra de sexos que oculta una lucha de clases entre Susana, una joven revolucionaria que terminará en Cuba, y Marcelo, un burgués decadente escéptico. Se trata de una especie de exorcismo. A sus espaldas dejan a Francisco, un pintor español enamorado de Susana, un místico independiente, obsesionado por el dios de la belleza.
Como también yo he leído la novela, pregunto a Abel Posse si se identifica en parte con Marcelo.
En parte, sí. Marcelo es diplomático, es un intelectual, escritor… Aunque, como personaje, es pura creación. De todas formas, siempre hay algo de nosotros en los entes que creamos.
¿Qué tienen en común estos personajes centrales?
Les une el deseo de huir de la culpa judeocristiana que nos apasiona a todos por igual. Todavía…
¿Novela política? ¿Comprometida al menos?
La obra es un complejo. Como tal, participa de muchas categorías. Creo que es un esfuerzo ambicioso. Si logré lo que buscaba o no, es algo que ha de decidir el lector.
Lo logra Abel Posse. Es la suya novela frondosa, ética y estéticamente multiforme, bien escrita, con garra. Lástima que en ocasiones peque de excesivamente intelectualizada.
Sin embargo, yo diría que no es una novela políticamente definida. Si bien existe en ella una concienciación, al menos en lo que respecta a los personajes centrales, el libro no orienta ni es precisamente un canto al optimismo, a la fe en el futuro de la humanidad.
Creo que el fracaso de los personajes encierra la respuesta, Es una novela que alude a las dudas y desilusiones de nuestro tiempo. Hoy no tenernos respuestas válidas para nuestras angustias colectivas. Ignoramos cómo defendernos de la monstruosa tecnología que nos aplasta. Las macrosociedades de tipo industrial anonadan al individuo, que dejó de ser pobre para transformarse en un pobre hombre sin gravedad, despersonalizado. En cuanto a las filosofías revolucionarias, están envejecidas sin que se haya creado algún modelo de vida y de convivencia que nos atraiga verdadera: mente. Los bogavantes tiene mucho que ver con todas estas cosas.
¿Cómo la ha estructurado usted?
Por supuesto, es un relato novelesco. Sin embargo, la extensión del tema, así como la diversidad caracterológica de los personajes, me llevaron a escribirla de un modo fragmentario, desde varios niveles estilísticos; a fin de captar mejor la interioridad y la acción externa de los personajes.
Sitúe Los bogavantes en la novelística latinoamericana.
Imposible. Para empezar, su realidad idiomática es totalmente distinta. En cuanto al fondo, yo la definiría como novela ciudadana, sin plumas de colores, sin folklorismos ni aparecidos. Trato de buscar con ella lo fantástico de la realidad cotidiana.
Abel Posse acierta en la autocrítica. Sin embargo, me parece adivinar cierta reserva contenida con respecto a la novelística sudamericana actual.
Como es persona muy inteligente, abordo el tema.
SOBRE LA NARRATIVA LATINOAMERICANA
¿Qué juicio le merece la novela de América latina?
Me parece un movimiento de valor extraordinario, algo tan serio y determinante para la literatura mundial como lo fuera la novelística rusa de fin de siglo o la norteamericana de los años treinta. Se trata sobre todo de una revolución idiomática de gran influencia liberadora. Creo firmemente que vivimos nuestro Siglo de Oro literario. Basta pensar en Borges y en Lezama Lima como los puntos opuestos y extremos de ese vastísimo panorama.
¿Qué considera usted como negativo, o menos logrado, en ese panorama que va desde el relato mágico de un Borges a la frondosidad barroca de ‘”Paradiso”?
En su conjunto, tal vez cierta falta de gravedad, hay más brillo literario que profundidad, más pluma coloreada que carrozo. Creo que nuestra literatura todavía no ha producido grandes hombres, pongo por ejemplo un Unamuno. Tenemos grandes literarios, pero no grandes hombres, pensadores. Además, se nota una falta de formación filosófica. Nuestro pensar está por debajo de nuestro arte elocutivo. Este defecto, se pone de manifiesto en cierta puerilidad en las actitudes políticas -casi siempre demagógicas- de la mayoría de nuestros grandes literatos. Adolecen, además, de un vedetismo que raya en lo dannunziano.
Aunque las respeto, no comparto con Posse las dos últimas opiniones. Sin embargo, es el entrevistado.
¿Qué me dice de Borges?
Es la excepción: siempre dijo la verdad que sentía sin especular. Nunca trató de quedar bien con nadie ni en política ni en literatura. Jamás se dejó desnaturalizar por la moda. Hasta en sus errores se le respeta por su autenticidad. Es tan radicalmente auténtico como don Pío.
¿Y del discutido boom?’
Buenísimos escritores. Se asocian con críticos para difundir su obra. Me parece bien, pues lograron hacerse ver y valorar por todo el mundo. Lo malo es que hayan excluido a tantos otros de igual o mayor valor. Por ejemplo, a mi me sorprende que en Europa, incluso en España, se conozca poco la obra de Héctor Murena o que nada se diga de la última novela de Enrique Molina, la mayor, creación novelística del surrealismo sudamericano. Los del boom se impusieron plenamente. Prácticamente han trascendido lo editorial y lo literario para transformarse en un episodio de la industria editorial.
Juicio muy personal, válido, por tanto, aunque tal vez un poco aventurado.- Volviendo a «Los bogavantes». Creo que es novela que dará mucho que hablar. Personalmente le diré que es una de las mejores que he leído últimamente.
Así se lo confié a Abel Posse. Así lo estimo.