Roberto Cobos, Nacionales, 05/03/1995
¿Qué es «La pasión según Eva?”.
Es un intento de aproximación a la intimidad de un personaje que todavía está nublado por la pasión política. Me pareció que había llegado el momento de acercarse a este personaje fascinante, mujer excepcional, momento de coraje y llamarada que prueba esa vida insólita de llegar a los 15 años, fugada de su casa en Junín con una valija marrón, a Buenos Aires; de imponerse para tratar de ser actriz, en una lucha tremenda, pasando hambre. Y por último, el encuentro con el poder, la primera fascinación del poder como una especie de palacio perverso y después su increíble fuga del poder hacia una acción social arrolladora, apasionada y absolutamente sincera.
Yo escribo el libro desde la visión de la muerte. Como diría Rilke, Eva tuvo “una gran muerte”. Y esa grande muerte de Eva duró casi un año y medio. Yo sitúo el libro desde ese momento en que el personaje, que ya se sabe herido de muerte, tiene una reflexión distinta de la vida, muy diferente de la que podía haber tenido en sus años de actriz o en los primeros años del deslumbramiento de poder. Eva reconstruye su vida y yo traté de acercarme a ella por el procedimiento de lo que llamo «novela coral»; esto es a través de muchas personas que la conocieron y trataron y que aportaron datos válidos sobre ciertos momentos de su vida. Yo me constituyo un poco en el administrador de este coro de gente que escribió, que convivió con ella, que me contó cosas que me iban interesando de su personalidad.
El amor de ellos dos
Si es una novela coral, hay que suponer que tiene otros protagonistas: Perón, el pueblo peronista…
Sí, en el libro hay una descripción que no es ni un sí ni un no revisionismo histórico. Es simplemente una descripción muy madurada porque yo no pretendí en ningún momento eregirme en historiador. En el libro hay una visión de esos dos largos años que fueron 1944 y 1945, tan decisivos para el mundo y para Argentina. Años que coinciden con el amor de ellos dos. Hay también una visión de la vida política de esa época, que fue un episodio crucial de nuestro siglo político.
Usted dice «el amor de ellos dos». ¿Hubo, efectivamente, amor recíproco entre Perón y Eva o un amor de Eva por Perón?
Aparentemente la frialdad de Perón hace pensar en eso. El era un hombre de Estado, un hombre muy mental. Pero en realidad Perón se enamoró de Eva y esa es una de las curiosidades del libro, una de las cosas que poco se conocen y suele ocurrir con dos personajes políticos mistificados es que pierdan su identidad sexual. Yo traté de recuperar la verdadera relación de ellos. Tuve la suerte de haber coincidido a Paco Muñoz Azpiri, el hombre que el testigo más cercano a ese momento de ellos dos, cuando se conocieron. Muñoz Azpiri fue el autor de las obras de teatro que Eva Interpretó hasta 1944, que fue bastante triunfal para ella como actriz. Fue en ese larguísimo año que ella conoció a Perón, año de caída final del gobierno militar surgido de la revolución de junio de 1943 y cuando Perón inicia el viaje hacia una nueva fórmula política que sus colegas no comprenden. Mezclado con todo eso están sus salidas por Buenos Aires, la reconstrucción de los lugares a donde iban. En cierta medida la novela está buscando la intimidad de la historia. Creo que el triunfo (de la novela sobre la historia es que tiene la capacidad de vivificar esos pequeños gestos y actos de la intimidad que el historiador pasa por alto porque solamente tiene la visión del hecho político o el hecho económico.
En ese sentido creo que el libro tiene un aporte en relación a esa historia de amor de los dos, que fue bastante breve como amor físico o como amor de enamorados. Fueron tres años. Eva fue la única persona a la que Perón respetó. Pudo haber respetado a algún otro militar como él pero la persona que lo deslumbró y respetó como un igual en fuerza política fue Eva. Perón siempre decía: “En política yo soy yo”. Quería decir yo solo, no quiero tener sucesores ni pares. Pero frente a Eva no pudo. Ella creó un espacio propio de política efectiva a través de una acción social descomunal que era mucho más que un ministerio de bienestar social o que un asistencialismo. Su aporte a través de la Fundación Evita en la actuación política final fue enseñarles a todos los políticos de Argentina y del mundo que el poder debe estar con el que sufre de forma inmediata y sin burocracia intermedia ni programa político ni plan quinquenal. Esto fue revolucionario.
El otro episodio que aportó Eva en la modestia que puede contribuir un político a la historia, fue el hecho de la revolución femenina en la Argentina, a la que Eva contribuyó a través del voto y de las unidades básicas femeninas, creando una forma de revolución cultural de la mujer. Argentina cambió con el peronismo en el sentido de que hubo una democratización no política, sino social. Esa enorme masa de gente que fue impulsada hacia una promoción distinta de sus vidas es lo que va quedando en la historia de todos los movimientos. Al peronismo le tocó ese instante como a Hipólito Yrigoyen le tocó democratizar políticamente al país a través del voto o como le tocó a los conservadores la reconstrucción de un país moderno a través de la educación y el plan de la generación del ’80.
Es indudable que con el peronismo se produce en el país una transformación social sin precedentes. Pero, al mismo tiempo, se produce en el país una formidable explosión de obsecuencia y adulación hacia la pareja presidencial.
Así es. Ellos, y sobre todo Eva, sintieron que habían sido ungidos por la mayoría democrática más notable e inesperada que existió en el país. Perón fue votado sin hacer campaña y sin disponer de medios frente a la opinión bienpensante nacional y con la contra de todos los partidos políticos tradicionales. Cuando se propone como candidato a presidente ni siquiera tiene partido. Esa mayoría tremenda, inesperada, absolutamente popular y nacional-provincial le hizo sentir que estaban santificados por la voluntad popular en un sentido roussoniano y salvaje. Y al mismo tiempo no cumplían y tuvieron gran desprecio por la organización republicana. La oposición les pareció a ellos un modo de negación de la voluntad popular. Se produce allí el síndrome esencial de lo que usted llama el auge de la obsecuencia, la prepotencia del poder y el poder casi dictatorial que se interrumpía solamente en las elecciones, que siempre ganaron honestamente y sin fraude alguno.
No hay que olvidar que cuando Perón y Eva suben al poder, tienen la convicción de, que las elecciones del año 1938, en tiempos del poder republicano que años después se iba a esgrimir contra ellos como un modelo moral de organización institucional del país, de derecha, de oposición en las cámaras, habían sido el más descarado fraude que conoció la historia argentina. De manera entonces que el poder político en la Argentina ya venía corrompido desde el año 1930 con la revolución de Uriburu, el gobierno del general Agustín P. Justo y después con el de ese hombre extraordinario, pero que subió con el fraude, que fue Roberto Ortiz.
Por eso es que Perón y Eva se sintieron ungidos frente a una perversión de la democracia. En la versión argentina del libro destaqué este aspecto sin exaltarlo pero dando oportunidad al lector de ver nítidamente todo el proceso que cubre desde 1931 hasta los años decisivos, 1944-45.
Podría decirse aún reconociendo lo esquemático de la pregunta, que Perón representaba al ala derecha y Eva el ala izquierda de esta transformación social?
De alguna manera sí, porque todo hombre que maneje el Estado desde la posición del poder, lo maneja desde la derecha, aunque sea izquierdista. Por ejemplo, Mao Tse tung es un hombre de derecha aunque provoque, lance o relance la revolución cultural. En la Federación Rusa lo hemos visto claro: cuando se trató de dominar a los stalinistas o a la gente que defiende el sistema comunista, se habló de los conservadores en la prensa internacional. El poder siempre es de derecha porque trata de mantener una situación de equilibrio para conducir a la nación. A Perón le tocó la parte del poder creativo: los planes quinquenales, la industrialización, la reorganización del Estado. Fueron empresas muy grandes. Creó una nueva legislación acentuadamente social y le tocó la parte de la negociación un poco maquiavélica con las fuerzas existentes.
Evita tuvo el poder político femenino en el sentido oriental. Le tocó vivir el sentimiento del peronismo como si fuera una verdad absoluta, que era la justicia social. Ese efecto lo vivió con toda fuerza y energía y, por lo tanto, en la ecuación final histórica Eva aparece como el corazón del peronismo social mientras que Perón aparece como el hombre de las transacciones, el hombre que no fusila al general Benjamín Menéndez (en 1951) y con ese gesto da lugar a que prosiga la cadena de golpes de Estado.
El general Menéndez es un hombre respetabilísimo cuando se levanta en 1951. Pero si en ese momento ese general totalmente aislado hubiese sido castigado, como hizo Menem con los oficiales que se levantaron por última vez en la Argentina, nuestra historia no habría tenido tantos padecimientos. Ahí tenía razón Evita. Con Eva había además un corazón. Y algo que no tenía Perón: Evita creía, y eso lo pude recoger de múltiples testigos que compartieron momentos de su vida política, que la sociedad capitalista tuviera viabilidad en el mundo. Le parecía absurdo que hubiera ricos y pobres, afortunados que pueden aumentar el precio de las cosas y desafortunados que tienen que pagarlas con aumentos. Este es un hecho esencial que la une con el Che Guevara, que pensaba lo mismo. A pesar de haber sido ministro de Economía, él no comprendió jamás a la sociedad capitalista en su funcionamiento.
Mientras que Perón no. El tenía un sentido complejísimo de la política, era un hombre de Estado con una formación muy seria como tal.
A la muerte de Eva Perón, en 1952, comienza el proceso de decadencia de Perón y su gobierno. ¿Por qué?
Perón sufrió un golpe tremendo con la muerte de Eva. Era un hombre que se levantaba a las seis de la mañana, trabajaba hasta las dos, dormía la siesta y volvía al trabajo hasta las 10 de la noche. Cuando muere su mujer, tiene un colapso. Deja de ir a la Casa de Gobierno por la tarde. Sufre una doble viudez: la pérdida de la única persona que respetaba y de la única persona amiga. Ya no tenía con quién hablar. La gente que lo rodea a partir de entonces expulsa todo el peronismo femenino. Al padre Benítez le dijeron «retire sus cosas», cuando un día fue a la residencia presidencial. Perón se dejó llevar por todos los que odiaron a Evita, que eran los obsecuentes y aduladores. Evita los despreciaba.
¿Quiénes fueron las personas que más influyeron en la vida y en el pensamiento político de Eva Perón?
En primer lugar Perón. Investigué cómo era Eva en su época de actriz con relación a la política, cómo vio la política el 17 de octubre de 1945. Podría decir que investigué hora por hora. Me guié mucho por mi amigo Félix Luna, quien presentó mi novela en Buenos Aires. Eva tiene el descubrimiento de la política ,a través de Perón. El año en que se enamoran, salen todas las noches. Es cuando Perón habla en voz alta para convencerse a sí mismo pero la que escucha es Eva. Para ella fue como una gran revelación. Para una persona como ella, tan resentida, la fuerza de su resentimiento era terrible por las humillaciones sufridas durante su época de actriz. Perón la hizo vislumbrar de que todo resentimiento es una pasión inútil y que al fin de cuentas sólo a través de la política se puede sublimarlo en un hecho positivo.
Evita le agradeció esto de tal manera que quiero recordar aquí el episodio que me contara el padre Hernán Benítez (confesor de Eva), quien fue testigo presencial. Ella estaba en sus últimos instantes de vida cuando Perón entró a su habitación. El padre Benítez, tras haber dado la extremaunción, estaba en una esquina del cuarto. Perón la abrazó, conteniendo las lágrimas, y Eva le dijo lo mismo que le dijera cuando lo conoció.en el Luna Park la noche del festival por los damnificados por el terremoto de San Juan. En su último instante de lucidez, le dijo: «Gracias, Juan». En el Luna Park le habla dicho: «Gracias, coronel, por existir». Fue cuando Perón se enamoró de ella.
¿Y los enemigos?, que los tuvo, y muchos…
Creó un odio insoslayado. Ella no sólo tenía odio de personas, tenía odios de instituciones. El Ejército la odió ya cuando era amante de Perón, antes de que viviesen juntos. Perón se fue a vivir con Eva en 1944, en un departamento de la calle Posadas. Antes de este hecho, ya los oficiales amigos de Perón consideraban que no debía casarse con una mujer desprestigiada moralmente como pensaban que era ella. El propio comandante del Ejército le mandó un emisario, el general Fortunato Giovannoni, a decirle que «está muy mal visto en las Fuerzas Armadas qué usted siga con esa señora». Los desplantes de Eva eran terribles. Era absolutamente independiente frente alas jerarquías y a las formas. El sistema de desprecio de Eva era muy fuerte respecto a los militares.
Respecto a los enemigos de su vida artística, porque ella se transformó en una implacable trepadora, en el libro se menciona una conversación con un compañero de teatro, Pascual Pellicciota; a quien le dice: “Yo siempre fui una acosada sexual». Tuvo un resentimiento enorme hacia los hombres y hacia muchas actrices. Y luego la enemistad con toda la oligarquía, que ella consideraba su enemiga personal. La clase alta porteña, aislada del país europeizante, no le hizo ningún lugar a Eva; le negaron la presidencia de la Sociedad de Beneficencia, que tradicionalmente ocupaba la esposa del presidente. Le dijeron que era muy joven para el cargo. Ella les respondió: «Bueno si quieren nombro a mi mamá».
Cincuenta años después, ¿qué queda del peronismo de Perón y Evita?
Queda todo. Si hoy día el peronismo sigue ganando elecciones en forma arrasadora como las gana, es por el recuerdo de una posibilidad de justicia que la dio más Evita que Perón, de sensibilidad y voluntad de mejorar la condición social de la gente. Sobre todo, hay un peronismo muy humilde, de masas, no hay que olvidar que el Partido Justicialista tiene más de cuatro millones de adherentes, en el que la fuerza proviene de la nostalgia de la justicia. Para mí el peronismo se ha transformado, como el radicalismo, según frase de Santiago del Castillo, en un sentimiento. Es una nostalgia de la justicia social y de la acción directa.
Los tiempos han cambiado. El peronismo de 1989 se encontró con una realidad económica mundial distinta y con la desaparición del sistema socialista. Ya no podía ser el mismo. Debe adoptar una política económica moderna, de adaptación al mundo tal cual es. El peronismo sigue siendo entonces una fórmula nacional, en el sentido de defensa de culturas y valores nacionales, una nostalgia de la justicia social, de la desburocratización y de la promoción de las clases sociales postergadas.
Ahí queda el peronismo: queda como nostalgia, no como realidad.